“Éste no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón” (1 Sam. 16:7, TLA).
- Hola, ¿cómo estás?
- Bien, gracias a Dios.
- ¡Tanto tiempo sin verte! ¿Qué de tu vida?
- Pues sirviéndole al Señor.
- ¡Estás en la iglesia!
- ¡Sí! Estoy en la iglesia y estudio en un
instituto cristiano.
- Mira que bien. Y qué estás estudiando.
- Siento que el Señor me llamó para el ministerio
pastoral. Quiero ser pastor.
- ¡Que bueno! Me alegra. Dijiste que el Señor te
llamó o que quieres ser pastor.
- Pues… este… yo creo que… bueno, déjame
explicarte… este… es que yo…
Este es un diálogo hipotético pero no deja de
presentar una situación real y seria. Hay personas que aceptan a Cristo como su
salvador, y sienten que están en deuda con Dios. Sienten un deseo ardiente por
servirle al Señor. Son personas que quieren estar en todos los ministerios de
la iglesia. Y eso es bueno. El problema es que nosotros no elegimos, es Dios
quien elige.
Sabemos que todo aquel que acepta a Cristo, como
su salvador es llamado a proclamar su evangelio. A esto se le conoce como el
“llamado general”. Pero hay otro llamado, el cual se le conoce como el
“especial”. Es cuando Dios, lo llama a usted para hacer algo en específico.
Ahora bien, ¿quién determina el llamado? ¿Las
personas que te dicen que tienes grandes cualidades. Lo que te dicen que
eres inteligente y tienes la habilidad y la capacidad para la toma de
decisiones? o ¿Los que te evalúan y determinan tu llamado basado en
un doctorado en teología, psicología, etc.? No. De ninguna manera. Déjame
decirte que el llamado lo hace Dios. Cómo saber si fuiste llamado, o si estás
en el lugar correcto. Recuerdas el dialogo anterior, “_Siento que el Señor me
llamó para el ministerio pastoral. Quiero ser pastor_”. O fuiste llamado o
quieres ser pastor, evangelista, maestro, misionero, etc.
Cuando le preguntamos a las personas respecto a su llamado, lo primero que dicen es “Yo SIENTO que el Señor…”. Disculpe, pero el llamado no tiene que ver con nuestros sentimientos. No es lo que sientas o lo que las personas quieran hacerte sentir o ver. El llamado viene directamente de Dios. “Nadie toma este honor para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón” (Heb. 5:9, NBLH). “Pero a Dios le agradó elegirme antes de mi nacimiento y en su generoso amor me llamó a su servicio” (Gál. 1:15, PDT).
Déjame presentarte una situación bien interesante
que se presenta en 2 de Samuel 18. Con relación a los textos de
este relato biblico, quiero dejar claro que mi intención es sacar varias
lecciones de los mismos. No los analizo en su contexto. El relato bíblico
presenta a un hombre llamado Ahimaas, el cual se ofrece voluntariamente a
llevar un mensaje al rey David. Suceden varios incidentes los cuales quiero
resaltar. Dice así: “Y Ahimaas, hijo de Sadoc, dijo: “Te ruego que me dejes
correr y llevar las noticias al rey de que el Señor
lo ha liberado de la mano de sus enemigos.” Pero Joab, le dijo: “Tú no eres el hombre para llevar hoy las
noticias; las llevarás otro día. No llevarás noticias hoy, porque el
hijo del rey ha muerto.” Entonces Joab, dijo al Cusita (al Etíope): “Ve,
anuncia al rey lo que has visto.” Y el Cusita se inclinó ante Joab, y corrió. Y
Ahimaas, hijo de Sadoc, volvió a decir a Joab: “Pase lo que pase, te ruego que
me dejes correr tras el Cusita.” “¿Por qué correrás, hijo mío, ya que no tendrás
recompensa por ir?” le dijo Joab. Pero él dijo: “Pase lo que pase,
correré.” Entonces le dijo: “Corre.” Y Ahimaas corrió por el camino de la
llanura, y pasó al Cusita” (2 Sam. 18:19-23, NBLH). Cuando le preguntamos a las personas respecto a su llamado, lo primero que dicen es “Yo SIENTO que el Señor…”. Disculpe, pero el llamado no tiene que ver con nuestros sentimientos. No es lo que sientas o lo que las personas quieran hacerte sentir o ver. El llamado viene directamente de Dios. “Nadie toma este honor para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón” (Heb. 5:9, NBLH). “Pero a Dios le agradó elegirme antes de mi nacimiento y en su generoso amor me llamó a su servicio” (Gál. 1:15, PDT).
Observe, es Ahimaas, quien se ofrece
voluntariamente para llevar el mensaje. “Te ruego que me dejes correr para
llevar el mensaje”. Ahimaas, se adelanta al tiempo, a los sucesos y pide llevar
el mensaje. Se le dice, “no lo llevarás hoy, sino otro día”. Pero él insiste.
Al igual que muchos Ahimaases, hoy día que se adelantan al plan de Dios, y
siguen corriendo solos sin ser llamados. Insisten en correr aún cuando Dios, ha
dicho, no es el tiempo. No corras. No te apresures. Mira, no te adelantes.
También se le dijo “no lo llevarás hoy”. ¡Interesante verdad! Por qué “no hoy”. Porque Dios, te dice que
todavía no es el tiempo. Es Dios, quien determina el tiempo. No corras en vano.
Reconoce que estás en ese llamado general que Dios nos hace a todos. Note, que
también se le dijo, “lo llevarás otro día”. Ves, es cuando Dios, lo determine.
Cuando Dios, crea que estás listo, te hará el llamado especial para una
encomienda en específico. No hay que estar insistiendo y apresurándose. La
insistencia hará que Dios, ponga un alto y te diga: “Tú no eres el hombre…”.
Sigamos con el otro mensajero. Joab, le dijo al
Cusita (al etíope): “Ve, anuncia al rey lo que has visto.” Y el Cusita se
inclinó ante Joab, y corrió. Este era el hombre enviado. Esta era la persona
elegida para llevar el mensaje. ¡Ah! pero Ahimaas, no le importó y
siguió insistiendo. Le dice a Joab: “Pase lo que pase, te ruego que me dejes
correr tras el Cusita.” Y Joab, le pregunta, “¿Por qué correrás, hijo mío, ya
que no tendrás recompensa por ir?”. Pero Ahimaas, sigue insistiendo, “Pase lo
que pase, correré.” Entonces, Joab, le dijo: “Corre.” Y Ahimaas, corrió por el
camino de la llanura, y pasó al Cusita”
¡Es increíble! A este hombre no le importó el alto que se le dio. Se le dijo, “No será hoy, sino otro día. Tú no eres el hombre…”. Pero Ahimaas, sigue insistiendo, y pide correr tras el etíope, sin importarle lo que pase. Incluso, se le comunicó que no había recompensa. Pero tampoco escuchó. Insistió en que él quería llevar el mensaje. Pues Joab, se lo permitió. A veces insistimos tanto que Dios, permite que sigamos corriendo sin rumbo alguno. Era tanta su ansiedad por correr y llevar el mensaje que se le pasó al etíope.
Dice la Palabra que David, estaba sentado entre
las dos puertas; y un atalaya subió al terrado de la puerta en el muro, y
alzando los ojos miró, y vio a un hombre que corría solo. Y el atalaya llamó y
avisó al rey. Y el rey dijo: “Si viene solo hay buenas noticias en su boca.”
Mientras se acercaba más y más, el atalaya vio a otro hombre corriendo. Entonces
el atalaya dio voces al portero, y dijo: “Veo a otro hombre corriendo
solo.” “Este también trae buenas noticias,” dijo el rey. Y el atalaya dijo:
“Creo que el correr del primero es como el correr de Ahimaas, hijo de Sadoc.” Y
el rey dijo: “Este es un buen hombre y viene con buenas noticias.”
Observe lo que pasó con el mensaje.
Ahimaas, dio voces y dijo al rey: “Todo está bien.” La pregunta es, ¿es verdad
que todo estaba bien? Ahimaas, se postró en tierra delante del rey, y dijo:
“Bendito es el Señor su Dios, que
ha entregado a los hombres que levantaron sus manos contra mi señor el rey.”
Note que Ahimaas, no dijo todo lo que había sucedido. Ahimaas, no tenía toda la información a la mano para
dársela a David. No se había enterado que la batalla había terminado. Que había
sido ganada. Y que Absalón había muerto. Cuando David, le preguntó, “¿Le va bien al joven
Absalón?” Ahimaas, le responde: “Cuando Joab, envió al siervo del rey y a su
siervo, vi un gran tumulto, pero no supe qué era.” Este hombre corrió
una distancia larga para llevar un mensaje incompleto. ¡Es increíble!
Dijo: “no sabía lo que era”. Eso pasa cuando una persona insiste en que es
llamado y quiere correr de acuerdo a su voluntad. El mensaje que llevará no
será el mismo. Sabe usted lo que pasó con Ahimaas. David, le dijo: “Ponte a un
lado y quédate aquí”. No le costó más remedio que hacerse a un lado y quedarse
quieto. Cuando no es el tiempo, hay que estar quietos hasta que Dios diga.
Note lo que el atalaya dijo: “Veo a otro hombre corriendo solo.” “Creo
que el correr del primero es como el correr de Ahimaas, hijo de Sadoc.” Y el
rey dijo: “Este es un buen hombre y viene con buenas noticias.” Ambos corrían
para llevar un mensaje. De acuerdo al Rey, los mensajeros eran personas buenas.
Y pensó que el mensaje era bueno. Algo que debemos aprender, es que no importa
cuán buenos seamos y cuanto corramos para llevar el mensaje de la palabra de
Dios. Los que procuran llevar el evangelio de Cristo, deben estar convencidos
que es un evangelio completo. No es un evangelio a medias. Ahimmas, corrió para
llevar un mensaje a medias. Esto pasa cuando no eres llamado. La gente podrá
decir, cantas muy bien. Tienes el don de la predicación vete corre. Ve al
instituto y matricúlate. Tienes las habilidades para ser pastor, misionero,
evangelista, etc.
Al igual que Ahimaas y el etíope, hay personas
buenas con muchas habilidades. Incluso, personas preparadas académicamente.
Pero Dios, no te elige por tus habilidades y conocimiento. Si así fuera,
entonces Dios, no hubiese llamado y elegido a Moisés. El resume de Moisés,
consta con una muerte y ley de fuga. Asesinó a un egipcio, y el
irresponsable se fue a la fuga. Es decir, que debido a este estándar, Moisés
está descalificado. Pero Dios, ve más allá. No miró la apariencia, sino el
corazón de Moisés. Dios le hizo un llamado general y luego vino el llamado
especial. Le dio un mandato específico, ser el libertador del pueblo de Israel.
Dios es responsable de la preparación que muchas personas tienen antes de su conversión,
pero sus habilidades no desempeñan parte alguna en prepararlos para recibir el
llamado. Dios puede usar las habilidades y la educación como lo hizo con
Moisés, pero no juegan un papel importante en el llamado.
No te apresures por correr. Menos cuando no
conoces la ruta. De hecho, no corras si no tienes un buen entrenador como
Cristo. El problema es que si no eres el elegido, llevarás un mensaje a
medias.
Veamos al otro corredor. Cuando llegó el Cusita,
dijo: “Reciba mi señor el rey buenas noticias, porque el Señor lo ha librado hoy de la mano de
todos aquéllos que se levantaron contra
usted.” Dijo el rey al Cusita: “¿Le va bien al joven Absalón?” Y el Cusita
respondió: “Sean como ese joven los enemigos de mi señor el rey, y todos los
que se levantan contra usted para mal.” El rey se conmovió profundamente, y
subió al aposento que había encima de la puerta y lloró”. Este hombre
era el enviado. No corrió en vano. Tenía un mensaje completo. Este había
pasado por el llamado general. Había sido instruido. Cuando llegó el momento
del llamado especial, se le dio una misión en específico, y la cumplió.
Así es como Dios trabaja. Todo a su debido tiempo.
Entonces, cómo saber si fuiste llamado y
estás en el lugar correcto. Lo primordial es saber si estás haciendo la
voluntad de Dios. Para saber si estamos haciendo la voluntad de Dios, deberías
tener presente que todo lo que vayas hacer, debe estar de acuerdo con la
palabra de Dios. Que todo lo que hagas no afecte tu testimonio como cristiano.
Que lo que estés haciendo no afecte la vida de los demás. Que lo que hables, dé
testimonio que Jesucristo, está en tu vida. Si esto es así, entonces que “…todo lo que esté en tu mano hacer,
hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, que es donde irás a parar, no se
hace nada ni se piensa nada, ni hay conocimientos ni sabiduría” (Ecl. 9:10.
DHH).
Recuerda, hay un pueblo que clama a
Dios. Un pueblo que sufre. Un pueblo con hambre. Un pueblo desesperado. Un
pueblo con grandes necesidades. Un pueblo sin esperanzas.
Dios necesita a una persona consagrada y comprometida para ponerla
frente a su pueblo. Por lo tanto, debes saber que un mensaje a medias, no
solo tiene que ver con lo que predicas, sino también con lo que vives. Porque
ante un pueblo tan necesitado, no podrás dar lo que no tienes. Debes ir
evaluando tu vida. Tu testimonio. Hay personas que dicen, “Yo siento el
llamado”. Pero su testimonio deja mucho que desear. Si no tienes una
experiencia personal con Dios, a diario, entonces debes evaluar tu situación.
Tan sencillo como eso. Dios no se fija en las aparencias de las personas, sino en su corazón. La Palabra dice: “Por sus frutos, los conoceréis” (Mat.
7:16, RVR 1960). No es que “SIENTAS” el llamado, sino estar “CONVENCIDO” que
fuiste llamado y para lo que fuiste llamado. Que puedas decir en tu corazón “Yo
sé en quien he creído…” (2 Tim. 1:12).
Que te propongas solamente a predicar a “…Cristo, y este crucificado” (1 Cor.
2:2).
“La experiencia del llamado de Dios, puede traernos a una etapa crucial de reconocer quiénes somos nosotros y quién es Dios. Debemos reconocer que no tenemos ningún poder para traer cambios permanentes y significativos sin el poder de Dios. Moisés, no fue llamado debido a sus talentos, preparación o éxitos personales. Moisés, fue llamado porque Dios sabía lo que Él podía lograr por medio de él. Así como fue importante para Moisés saber quién lo llamó, así también el liderazgo espiritual y efectivo requiere tener un conocimiento creciente de Dios cada día” (http://www.adorador.com).
“La experiencia del llamado de Dios, puede traernos a una etapa crucial de reconocer quiénes somos nosotros y quién es Dios. Debemos reconocer que no tenemos ningún poder para traer cambios permanentes y significativos sin el poder de Dios. Moisés, no fue llamado debido a sus talentos, preparación o éxitos personales. Moisés, fue llamado porque Dios sabía lo que Él podía lograr por medio de él. Así como fue importante para Moisés saber quién lo llamó, así también el liderazgo espiritual y efectivo requiere tener un conocimiento creciente de Dios cada día” (http://www.adorador.com).
Le presento este video para que lo observe, analice, evalúe y reflexione sobre el mismo. Después que lo vea, por favor, lea Filipenses 1: 21. Usted verá que el vivir y el morir por Cristo van de la mano. Uno sostiene lo otro. Notará que el llamado es asunto serio. Va más allá de lo que usted pueda imaginar. El llamado no tiene que ver con el “quiero ser pastor, evangelista, misionero, profeta, etc.”. Va mucho más allá que solamente predicar en el templo. Que cantar en las iglesias o campañas evangelísticas. Nosotros no escogemos qué queremos o vamos hacer en la obra del Señor. Es Dios quien escoge y dirige. Si tienes dudas y sientes temor después de haber visto este video debes repensar. Lo que has visto está sucediendo en diferentes partes del mundo. Por eso, he dicho en mis artículos anteriores, que el cristianismo es una vivencia. Que Jesús, siempre fue franco y explicó que el discipulado cuesta. El llamado cuesta. Como discípulos de Cristo, seremos maltratados. El seguir a Cristo, significa llevar su cruz (Mat. 16:24; Luc. 9:23). Todo el que es llamado a predicar el evangelio de Jesucristo debe saber que sufrirá persecución.
Para el cristiano no debe haber sorpresas. Todos los que obedecen y predican el evangelio deben esperar oposición y sufrimiento. Esto es inevitable (1 Tes. 3:3; 2 Tim. 3:12). Cuando usted lee en la Biblia, el libro “Los hechos de los apóstoles”, observará que cuando los cristianos comenzaron a proclamar el evangelio, se levantó toda clase de persecución contra ellos. Los seguidores de Cristo, fueron maltratados, azotados, apedreados, encarcelados y degollados. Ser cristiano no es fácil. Usted será echado a un lado. Denigrarán su reputación. Harán lo imposible para que su fe se debilite. Pero no pierda la fe. Recuerde que “Nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales" (Efe. 6:6-12, LBLA). Si se mantiene fiel a Dios y le sirve de todo corazón no le tendrá miedo a la muerte porque le será por ganancia. Jesús dijo: “Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo” (Mat. 10:22, TLA). Si el vivir para usted es Cristo y el morir es ganancia, entonces no tiene por qué temer.
Espero en Dios, que este tema le ayude en su vida
espiritual. Que pueda abrir sus ojos. Que tome a Dios en serio y con respeto.
Que se humille y se incline ante Él para que dirija su vida. Así sabrá si está
en el lugar correcto o en el lugar equivocado. No se apresure a ir donde Dios
no lo ha llamado. No vaya por propia voluntad. Es Dios quien hace el llamado de
acuerdo a su voluntad y a su debido tiempo. De acuerdo a las Sagradas
Escrituras, hay diferentes dones espirituales, ministerios, etc., (Romanos
12:6-8; 1 Corintios 12:4-11, 28: Efesios 4:11-13). Pero no es usted quien
elije. Eso lo determina Dios por medio del Espíritu Santo. Permita que sea Dios
quien elija y lo sitúe en el lugar correcto. Cuando Dios llama a una persona lo
hace con el propósito de edificar a su iglesia y evangelizar a los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario