martes, 10 de septiembre de 2013

El arrepentimiento según las Sagradas Escrituras

“Entonces comenzó Jesús a predicar:

                                                     Mateo 4:17
Todos sabemos que el mensaje del evangelio es un llamado al arrepentimiento. Este debe ser el pan nuestro de cada día. Lamentablemente, hoy día no se escucha a pastores, ni a evangelistas, ni laicos predicar sobre el arrepentimiento. Incluso, ni se menciona en las campañas evangelísticas. Parece que la modalidad hoy día es la de inquietar a las personas con temas escatológicos[1] para que acepten a Cristo como su salvador. ¡Que pena! ¿Qué ha pasado con los temas soteriológicos[2]? Los temas que en realidad conmueven y convencen al individuo para que acepte a Jesús como su Salvador?
 
Por favor, no me mal interprete respecto a los temas escatológicos. Lo que está escrito en la Biblia con relación a los acontecimientos finales se ha de cumplir. Lo que preocupa es tratar de llevar a las personas a Cristo, inquietándolas con aquello de_ “si no te arrepientes, arderás en el infierno” o “te quemarás en el lago de fuego” o “cuidado con la marca de la bestia”, etc. Tarde o temprano la persona que escucha algo así perderá el buen juicio de la Palabra de Dios y se apartará. Porque el llamado al arrepentimiento no se hace infundando miedo a las personas. Entiendo que lo que conmueve y convence para aceptar a Cristo como nuestro Salvador: “ES SU GRAN AMOR DEMOSTRADO EN LA CRUZ POR MEDIO DE SU SACRIFICIO”. 

El arrepentimiento ha sido un tema puesto en el olvido. Guardado en algún lugar recóndito de nuestra vida. Cuando nos va mal, lo sacamos como arte de magia, y tratamos de ponerlo en práctica. Creemos que el arrepentimiento puede salir de nosotros mismos. Que lo podemos sacar de nuestro baúl cuantas veces queramos. ¡Cuán equivocados estamos! A menudo escuchamos decir: “caí de nuevo pero me arrepiento, eso todo”, “sé que en mi hay espíritu de arrepentimiento”. ¡Espíritu de arrepentimiento! ¿En qué ser humano hay espíritu de arrepentimiento? ¡Absolutamente, en ninguno!

 
Entonces, ¿Qué es el arrepentimiento? ¿De dónde proviene?
En la literatura veterotestamentaria encontramos dos palabras hebreas que denotan arrepentimiento. Estas son נָחַם, Nacham que significa sentir dolor, estar arrepentido por, lamentar, arrepentirse de, etc.,[3] y שׁוּב Shub  que significa retornar, regreso, volverse.[4] En la literatura neotestamentaria encontramos la palabra griega μετανοέω, “metanoeo” que se traduce como “arrepentimiento”. La misma se deriva de “meta” para cambiar lugar o condición, y de ‘‘noeo” para ejercitar la mente, pensar, comprender.[5]
 
La palabra que nos concierne para este estudio es שׁוּב Shub, que tiene que ver con regreso, volverse. Esta palabra es similar a la del Nuevo Testamento μετανοέω, “metanoeo” porque giran en torno a un cambio de rumbo, actitud y pensamiento. En el pensamiento hebreo tiene un sentido de cambio de dirección (volverse)_ “…Vivo yo _declara el Señor Dios_ que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos...” (Ezq. 33:11, LBLA). En el pensamiento griego tiene un sentido de cambio de mentalidad. Esto lo vemos en la parábola de los dos hijos_“…Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue” (Mat. 21: 28, 29, RVR 196). Después de decir “no quiero”, pensó y “cambió de opinión”. Esa es la explicación que nuestro Señor Jesucristo da respecto al verdadero arrepentimiento. Cuando una persona dice­_ Por la gracia de Cristo abandonaré mi pecado y haré su voluntad_. Esto es dar la vuelta en la dirección opuesta. Esto es volver al camino correcto.  
 
 
Note que ambas palabras se relacionan. Hay un cambio y luego se va por el camino correcto. Significa volverse del pecado con un deseo sincero de cambiar y no pecar de nuevo. Nuestro deseo es no volver a pecar pero caemos. No queremos fallar pero fallamos. ¿Por qué? Por nuestra naturaleza pecaminosa. Note lo que dice el rey David: “Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre” (Sal. 51:5, NTV). Y ahora el apóstol Pablo: “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto pero no puedo”. “Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago” (Rom. 7:18, 19, NTV). La realidad es que cuando caemos en pecado, somos incapaces de levantarnos. No podemos regresar a Dios por nosotros mismos. Esto es así porque no tenemos la capacidad de producir las mínimas condiciones para arrepentimos.
 
La palabra arrepentimiento significa cambiar de mente, de actitud y de propósito. Es sentir tristeza por haber ofendido a Dios y haber vivido lejos de Él. Pero, el arrepentimiento implica además, apartarse del pecado. Así como no podemos producir arrepentimiento, tampoco podemos apartarnos del pecado por nosotros mismos.  
 
Jesús dijo: “…porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5, LBLA). Es Cristo quien produce por medio del Espíritu Santo el arrepentimiento en nosotros. “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Jn. 16:7-11, RVR 1960). Es la bondad de Dios la que nos guía al arrepentimiento_“¿No te das cuenta de lo bondadoso, tolerante y paciente que es Dios contigo? ¿Acaso eso no significa nada para ti? ¿No ves que la bondad de Dios es para guiarte a que te arrepientas y abandones tu pecado?” (Rom. 2:4, NTV).

La bondad de Dios nos guía al arrepentimiento. El Dios Todopoderoso no nos obliga al arrepentimiento. Él deja todas las vías abiertas para que el pecador se acerque y se arrepienta. Depende de nosotros tomar la decisión correcta y dejarnos guiar por Él. ¿Por qué Dios es así con nosotros? Porque nos ama, y “…es paciente con nosotros, no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Ped. 3:9, RVR 1960).
Cuando pecamos, buscamos esconder nuestro pecado, pero Dios busca siempre la manera de ayudarnos a mostrarlo y a arrepentirnos. Así lo hizo con el rey David.

Sé que usted ha leído bastante sobre la vida del rey David. Menciono en este espacio su desliz con la mujer de Urías. Debo enfatizar que Dios conmovió al rey David a aceptar su pecado, a arrepentirse, pedir perdón y volver a Él. La historia es así: “El Señor  envió a Natán para que le dijera a David: —Había dos hombres que vivían en una ciudad. Uno era rico, y otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y ganado. Pero el pobre no tenía nada, excepto una ovejita que había comprado y criado. La ovejita creció en su propia casa junto con él y sus hijos, comía de su comida, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Ella era para el hombre pobre como su propia hija. Sucedió entonces que un viajero llegó a visitar al hombre rico. Este quería ofrecerle de comer pero como no quería matar a ninguna de sus ovejas ni ganado para alimentar al viajero, tomó la ovejita del hombre pobre y la mandó preparar para darle de comer a su huésped. David se enojó tanto contra el hombre rico que le dijo a Natán: — ¡Tan cierto como que el Señor vive, que el que hizo eso merece la muerte! Debe pagar cuatro veces el valor de la oveja por haber cometido este acto terrible y no haber tenido piedad.

Entonces Natán le dijo a David: — ¡Tú eres ese hombre! (el dedo de Dios lo señaló). El Señor Dios de Israel dice: “Te elegí para que fueras el rey de Israel. Te libré de Saúl. Dejé que tomaras a la hija de tu amo y a sus esposas, y te di las hijas de Israel y Judá. Y si no fuera suficiente, te habría dado aún más. ¿Por qué entonces ignoraste mi mandato e hiciste lo que me desagrada? (desobediencia) Dejaste que los amonitas mataran a Urías el hitita para quedarte con su esposa (adulterio). Es como si tú mismo lo hubieras matado en batalla (asesinato).  ¡Por eso tu familia jamás tendrá paz! Al tomar a la esposa de Urías el hitita, me despreciaste”. Ahora el Señor dice: “Traeré desastre contra ti, y vendrá de tu misma familia (consecuencias). Tomaré a tus mujeres y se las entregaré a un hombre cercano a ti. Él dormirá con ellas y todo el mundo lo sabrá. Tú te acostaste con Betsabé a escondidas, pero tu castigo estará a la vista de todo Israel” (“Tu pecado te alcanzará” (Núm. 32:23), “Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz”, (Luc. 8:17, LBLA).
 

 Entonces David reconoció (escuchó al Señor y aceptó su culpa) ante Natán diciendo: —He pecado contra el Señor (reconoce su pecado). Natán le dijo a David: —El Señor te perdonará incluso este pecado, no morirás (recibe el perdón y la oportunidad de vivir). Porque en este asunto tú le has faltado gravemente el respeto al Señor, tu hijo sí morirá (consecuencia de su pecado).
 


El Señor hizo que el niño que David había tenido con la esposa de Urías enfermara de gravedad (independientemente del pecado que hayamos cometido, Dios ha tenido misericordia con nosotros en relación con nuestros hijos. ¿Soportaremos un castigo tan grande como perder un hijo por nuestra desobediencia?). David rogó a Dios por el niño y se negaba a comer o beber (en oración y ayuna). Se fue a su casa y por las noches se quedaba allí tirado en el suelo. Los ancianos líderes de la familia de David iban a verlo y trataban de levantarlo, pero él se negaba a levantarse y a comer con ellos (¿encerrado en sí mismo o buscando la presencia de Dios?). Cuando el niño murió al séptimo día, los siervos de David tenían miedo de darle la noticia porque pensaban que se podría hacer algún daño a sí mismo al recibir la noticia (cuantas veces hemos pensado en el suicidio cuando las cosas no nos salen bien), ya que no los había escuchado cuando el niño aún vivía. Pero al ver David que sus siervos murmuraban, comprendió que el niño había muerto. Así que les preguntó a sus siervos: — ¿Ha muerto el niño? Los siervos contestaron: —Sí, ya ha muerto (cuan triste nos sentimos cuando creemos que nuestro ayuno y oración no es aceptado). Entonces David se levantó, se bañó y se cambió de ropa. Luego fue a la casa del Señor para adorar. Después regresó a su casa y les pidió a sus siervos algo de comer. Los siervos le preguntaron: — ¿Por qué actúa así? (solo Dios conoce nuestro corazón en semejante circunstancias). Cuando el niño estaba vivo, usted se negaba a comer y lloraba, pero ahora que murió se levanta y pide de comer. David les respondió: —Cuando el niño estaba vivo, ayuné y lloré porque pensé: “¿Quién sabe? Tal vez el Señor se compadezca de mí y deje vivir al niño”. Pero ahora el niño murió. ¿Para qué ayunar? (nuestra desesperanza en situaciones oscuras). ¿Puedo acaso devolverle la vida? Algún día iré adonde él está, pero él no puede volver a mí” (2 Sam. 12: 1-25, PDT).
 
Recuerdo haber leído el testimonio de un pastor el cual relaciona con el arrepentimiento de David. Él dijo: “David recordó que Dios ama al hombre pero detesta el pecado. David se reconoció como un hombre pecador. David pidió y buscó el perdón de Dios, porque conocía el corazón de Dios y sabía que Dios iba a aceptar su arrepentimiento. A través de esta palabra aprendí primeramente que cuando buscamos nuestra comodidad somos blanco fácil de las asechanzas de Satanás. También aprendí que como humano mi naturaleza es pecaminosa, que el único perfecto es Dios. Además, entendí que cuando uno peca, hay que arrepentirse con un corazón quebrantado y reconociéndome como pecador. La grandeza de David no está en sus logros, si no en el acto de arrepentirse sinceramente delante de Dios, y tener fe en que Dios perdona nuestros pecados.
 
 
Este hombre de Dios dijo: “Me arrepiento porque como a David, Dios también me ha guiado, me ha bendecido, sanó mis heridas, me cuidó, me restauró como hijo suyo y por su gracia me estableció como pastor. Me regaló una maestría. Y lo único que yo he hecho es abandonar a sus ovejas y buscar un momento de descanso. Esto ha hecho que me aleje de la oración, que mi mente esté llena de deseo carnal. Que tenga un conflicto con cada palabra de Dios. Que me sea muy pesado, escribir el pan diario. Oro para que Dios me de la fortaleza, y pueda salir de mi decaimiento espiritual. Para que pueda ser un pastor útil en su obra de evangelización. A través de esta palabra podemos aprender que cuando buscamos un momento de descanso en nuestra vida, somos mucho más vulnerables a los ataques de Satanás. Así también, debemos ser humildes ante Dios y reconocernos como pecadores delante de Dios. Además, debemos arrepentirnos con un corazón humillado y así aceptar el amor de Dios. Este amor de Dios, que aborrece al pecado pero tiene un amor profundo por el hombre” (ubfgdl.org/news/?p=93).
 


¡Tremendo testimonio! Es lo que Dios espera de nosotros. El verdadero arrepentimiento bíblico es un cambio en nuestra mente que produce a la misma vez un cambio en nuestras acciones. Por eso hemos venido diciendo que el arrepentimiento es un don de Dios. No nos arrepentimos por cuenta propia. Es Dios quien concede el arrepentimiento. “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados” (Hec. 5:31, LBLA).
Entonces, qué haremos_ “Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llámalo en tanto que está cerca. Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar” (Is. 55:6, 7, LBLA).
 


Pidámosle a Dios que ponga espíritu de arrepentimiento en nosotros. Así como hizo David. Él se postró ante el Señor y dijo: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un Espíritu fiel dentro de mí. No me expulses de tu presencia y no me quites tu Santo Espíritu" (Sal. 51:10, 11, NTV). 
 “Un corazón limpio es aquel que ve las cosas que le ocurren a diario con una forma más clara para que el poder de Dios se perfeccione en su vida. Un corazón limpio anhela agradar al Padre. Un corazón limpio es aquel, que busca la perfección a sabiendas que tiene un largo camino que recorrer. Tener un corazón limpio es disfrutar de la obra de Cristo aplicada a mi corazón y un espíritu recto es el espíritu que no se desvía tras las vanidades y placeres de este mundo, más su conexión perfecta está en Dios su creador”. “Entonces un espíritu recto es aquel que no quiere perder el objetivo. Es aquel que quiere seguir buscándolo y no se rinde por nada. Un espíritu recto es aquel que se agrada en hacer la voluntad del Padre y no mira atrás” (http://rosa-otarola.blogspot.com).
 
Concluyo con las palabras del Dr. Luis Ramos Cisneros: “El arrepentimiento es necesario para salvación.  Bíblicamente el arrepentimiento y la fe son inseparables.  En su discurso a los ancianos de Efeso, Pablo les dijo: 'Testificando… acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo' (Hec. 20:21)  Cuando una persona cree en Jesús como su Salvador esa persona se ha arrepentido. Cuando una persona se arrepiente para con Dios es porque cree en el Señor Jesucristo.  Cuando Jesús predicaba le decía a la gente, “arrepentíos y creed en el evangelio”, porque no puede haber fe  sin arrepentimiento y no puede haber arrepentimiento sin fe para salvación (Mar.1:15)” (http://www.sanadoctrina.com)
 
“Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse”
(Luc.15: 7)
 
“La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte” (2 Cor. 7: 10).
 
¡Que Dios te bendiga!



[1] . La escatología trata sobre los acontecimientos finales como la muerte, el juicio, etc. También con teorías apocalípticas como los eventos finales antes de la venida de Cristo, milenio, etc.
[2] . La soteriología es conocida dentro de la teología como el estudio la salvación.
[3] . Strong, J. (1996). “La Concordancia Ampliada de la Biblia”, (Edición electrónica) ("The exhaustive concordance of the Bible"). Ontario: Woodside Bible Fellowship.
[4] . Ibid
[5] .Zodhiates, S. (2000). “El diccionario de estudio de la palabra completa: Nuevo Testamento” (Edición electrónica) (“The complete word study dictionary : New Testament”). Chattanooga, TN: AMG Publishers.
 
 

3 comentarios:

  1. Buen trabajo hermano. Dios te bendiga y su gracia y paz abunden en tu vida y fructifiquen en tu ministerio. Saludos.
    Nicolás desde Argentina.

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    1. Gracias hermano. Dios te bendice.

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    2. Gracias por publicar tan excelente mensaje. Que Dios lo siga bendiciendo.

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