Una decisión
crucial
Tomar
decisiones no es fácil. Menos para una persona que quiere ser cristiana pero no
encuentra a que iglesia asistir. Esto me hace recordar a personas que me han
preguntado que si en todas las religiones que existen puede haber una verdadera. Como
ya sabemos todas reclaman tener la verdad. Muchas veces la gente hace esta clase pregunta para
tomar su decisión.
Estuve
leyendo algunos artículos y me encontré con uno en el cual su autor dice que en
el mundo existe una tremenda confusión con las denominaciones religiosas. Que los
protestantes están divididos en más de 200 denominaciones principales. Y muchas
de estas organizaciones o iglesias están subdivididas en munchos grupos más. Menciona
que un obispo anglicano dijo una vez que el mundo cristiano dividido es una
fuente de debilidad en occidente. En países no cristianos es... una piedra de
tropiezo, refiriéndose a la confusión que enfrentan nuevos creyentes en tierras
hindúes, budistas o musulmanas quienes cuando deciden seguir a Cristo, deben
escoger entre cientos de denominaciones compitiendo por su alianza (http://www.escritoesta.org)
Vivimos
en un mundo donde la religión se ha proliferado. Sé que las estadísticas son
variables (de acuerdo a la ONU hay 7,000 millones de habitantes) no obstante, quiero
presentar el siguiente ejemplo, aunque sabemos que esta estadística como tal haya
aumentado o disminuido de acuerdo con la población existente, “de los 6,212 millones de habitantes que tiene
aproximadamente la tierra 1,200 millones son islámicos, 1,071 millones son
católicos, otros 1,000 millones de diferentes denominaciones cristianas; 750
millones de hinduistas, 300 millones de budistas, 100 millones de animistas, 15
millones de judíos, entre otros” (http://www.aciprensa.com).
Como
dije anteriormente, he escuchado a personas decir que la proliferación de la religión
tiende a confundir a la gente. Algunos comentan que cuando las personas deciden
seguir a Jesús se ven obligadas a escoger entre miles de iglesias que dicen
tener la verdad. Cuando eligen una religión se decepcionan y la abandonan
porque no era lo que esperaban. Es lamentable decir que una persona que acepta
a Cristo como su salvador tenga que pasar por momentos de estrés para elegir
una iglesia. ¿Por qué existen tantas religiones? ¿Por qué todas reclaman tener
la verdad?
Podrá haber miles
de religiones y miles de iglesias pero la Biblia presenta desde el Génesis
hasta el Apocalipsis un solo evangelio, un solo camino, una sola verdad (Jn.
14:6). Esa verdad no fue dada a una sola persona, pueblo o nación. Dios escogió
a diferentes personas en el pasado para proclamar el mensaje de salvación que
conducirá a su pueblo a la vida eterna_ “En
tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas
maneras por medio de los profetas (Heb. 1:1, DHH). Ese mensaje de salvación consiste
en conocer a Dios y a su Hijo. ¿Con qué propósito? Con el propósito de ofrecer la
vida eterna a los seres caídos en la desgracia del pecado_ “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios” (Rom. 3:23, RVR 1960).
¿Qué
es la vida eterna? “Y esta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a
quien has enviado” (Jn. 17:3, RVR 1960). La vida eterna consiste en conocer a
Dios. El conocer a Dios consiste en tener una experiencia personal con Él. Esa
experiencia personal con Dios se logra a través de su Hijo Amado. Jesús ha sido el único que ha dado a conocer a Dios. La Palabra dice: “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios
[unigénito es una traducción incorrecta. El termino griego es monogeneV “monogenês” monoV “monos” (uno, único, solo) y genoV “genos” (género, categoría, especie, clase) debe
traducirse “único Hijo”, es decir, Jesús es “el único en su género”, “el único
caso” “el único en su categoría” “el único en su especie” “absolutamente el
único de su clase” “el único con una naturaleza divina-humana], que está en el
seno del Padre, Él le ha dado a [conocer, del griego εξηγησατο “exegesato” de
aquí proviene la palabra “exégesis]”. Jesús ha sido el único que ha hecho una
exégesis del amor de Dios. Ha sido el único que ha dado a conocer el carácter
de Dios” (Jn. 1:18, LBLA).
El mensaje de salvación consiste también en conocer al Hijo de Dios el
cual dio su vida por nosotros_ “Jesús mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo
sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de
rectitud” (1 Ped. 2:24, DHH). Jesús murió para darnos vida_ “Yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10, RVR 1960). Jesús
vino para demostrarnos el gran amor de Dios “Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn. 3:1, RVR 1995). “Así en
efecto, amó Dios al mundo, tanto que dio todo lo que tenía, a su único Hijo,
para que todo el que crea en Él, pueda proseguir teniendo vida eterna” (Jn.
3:16).
Esta verdad ha sido trasmitida a la raza
humana de generación en generación. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis. En
el libro de Apocalipsis terminan todos los libros de la Biblia. Los libros que
proclaman a viva voz el plan de salvación. Son los libros que hablan de la
vida, muerte, resurrección y victoria de Cristo; el Cordero inmolado, el León
de la tribu de Judá, la Raíz de David: “Entonces vi, en medio de los cuatro
seres vivientes y del trono y los ancianos, a
un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado”, “Uno de los
ancianos me dijo: ¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz
de David, ha vencido!
(Apoc. 5:5-6, NVI).
Dios ha intervenido de muchas maneras en la
historia de la salvación. Dios escogió al pueblo de Israel para que proclamara
el mensaje de salvación pero este desobedeció y terminó crucificando al
Salvador_ “A lo suyo vino [ta idia ta ídia suyo en singular, “su propia casa” “la
casa de Israel” “la nación escogida”] y los suyos [oi idioi hoi ídioi suyos en plural, “su
pueblo” “la casa sacerdotal, los dirigentes”] no le recibieron” (Jn.
1:11, RVR 1995). A medida que ha pasado el tiempo Dios ha escogido diferentes
hombres y mujeres para proclamar la verdad. A medida que estas personas
proclamaban la verdad se organizaban en grupos para estudiar las Sagradas
Escrituras. Hoy día esos grupos se han multiplicado y se han convertido en
iglesias. De esta manera han surgido muchas iglesias y denominaciones
religiosas. Todas ellas predican lo que han descubierto respecto a la verdad.
Cada denominación predica en particular lo que ha conocido. Pero todas tienen
sus diferencias doctrinales. Y Dios
anhela restaurar toda la verdad en un solo pueblo.
Dios quiere
que como pueblo preservemos la verdad que es en Cristo Jesús (Jn. 8:32; 14:6). Dios
espera que esta generación acepte las verdades de las generaciones pasadas hasta
que toda la verdad sea restaurada. Jesús dijo: “Tengo
otras ovejas que no son de este
redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un
rebaño con un solo pastor” (Jn. 10:16,
LBLA). Jesús tiene gente fiel en otros rediles (iglesias) y Él quiere
que escuchen su voz para unirlos en un solo rebaño (pueblo). Dios quiere salvar a toda la humanidad. Él
quiere que todos pertenezcan a su rebaño_ “El
Señor no retarda su promesa…, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2
Ped. 3:9, RVR 1960). Dios ha utilizado todos los medios para salvar al
hombre en todas las generaciones_ “han sido muchos los llamados en todas las
generaciones” pero pocos han respondido (Mat. 22:14). Para muchos ha sido fácil andar por el camino que lleva a la perdición, porque es un camino ancho. ¡Y mucha
gente le encanta ese camino!” (Mat. 7:13). Un camino sin ninguna
responsabilidad. Sin compromiso alguno.
Dios viene a
buscar un pueblo fiel. El mensaje de Dios es claro y contundente_ “No todo el que me dice: “¡Señor,
Señor!” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de
mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? Entonces les declararé: <Nunca os
conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!>” (Mat. 7:21-23, RVR 1995).
Hoy
día existen muchas religiones pero Jesús dijo que solo entrará en el reino de los cielos el que haga la voluntad de su Padre.
Habrá muchas iglesias pero el evangelio de salvación es uno solo. La
verdad es una sola. Llegará el día en el cual usted tendrá que tomar una
decisión que será crucial en su vida. Créame que es una decisión que nadie
podrá tomar por usted. Será una decisión de vida eterna o condenación eterna. Existen
muchas religiones hoy día, pero hay que ver cuál de ellas está haciendo la
voluntad de Dios.
En la Biblia hay historias de personas que
decidieron hacer la voluntad de Dios. Pero también hay relatos de personas que
decidieron hacer lo contrario. Recuerdo mi niñez cuando contaban las historias
bíblicas en la iglesia. Como olvidar la historia de los hermanos Caín y Abel. Es
una de esas historias que se discrimina mucho cuando se les cuenta a los niños.
Se discrimina porque siempre que se habla de Caín lo presentan como si hubiese
sido una persona mala toda la vida. Pero
a Abel lo presentan como la persona buena. El intachable. Muchos olvidan que en la Biblia se
registra este evento de la vida de Caín pero no se dice mucho o nada de la vida de
Abel. No obstante, este relato está registrado para darnos una lección de vida.
Una lección que tiene que ver mucho con la mayor decisión de nuestra vida. Una
decisión que será crucial para usted.
El relato bíblico dice que “…Caín llevó al Señor
una ofrenda del producto de su cosecha. También, Abel
llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con
agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín
ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara.
Entonces, el Señor le dijo: « ¿Por qué te enojas y pones tan
mala cara? Si hicieras lo bueno, podrías levantar la
cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte.
Sin embargo, tú puedes dominarlo a él»” (Gén. 4:3-7, DHH).
Los dos hermanos
fueron a presentar sus ofrendas delante del Señor. No sabemos si fueron juntos
o por separados. O si construyeron un altar o ya estaba construido. Juntos o no
presentaron sus ofrendas ante el Señor. La Palabra dice que el
Señor miró con agrado a Abel. Es decir, el Señor aceptó el espíritu de
adoración de Abel. Pero no miró con agrado el espíritu de adoración de Caín.
He
leído varios escritos respecto a esta historia. Siempre surge la misma pregunta,
¿Por qué Dios rechaza una ofrenda y acepta la otra? Parece ser una pregunta de
respuesta fácil. Pero no lo es. Menos cuando se trata de hacer nuestra voluntad
o la voluntad de Dios. Algunos piensan que los hermanos ofrendaron de acuerdo a
lo que tenían. Que Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha.
Y Abel llevó las primeras y mejores crías de sus ovejas. Esto da a entender que
no importa la ofrenda. Que lo importante es la intensión del adorador. Que
ambos ofrendaron por igual. Que lo mismo pasa hoy día en la iglesia. Se ofrenda
de acuerdo al estatus económico de cada persona. Al verlo desde este punto de
vista surge la pregunta, ¿Por qué el Señor rechazó la ofrenda de Caín? Por qué el
Señor le dijo a Caín, “Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara…”.
Para
contestar la pregunta hay que traer en contexto las costumbres, leyes o rituales de aquella sociedad o generación. Supongo
que para ese tiempo había un sistema de sacrificios. La persona que ofrecía una
ofrenda por el pecado debía presentar un animal ante el Señor (Núm. 18:17). La
Palabra dice que sin
derramamiento de sangre no se hace remisión, pues la misma sangre hará
expiación de la persona" (Heb. 9: 22; cf. Lev. 17: 11). La persona que
quería dar gracias a Dios ofrecía una ofrenda incruenta de agradecimiento. Esta
consistía de harina y de aceite o harina preparada con incienso –cosecha de la
tierra- (Lev. 2: 1, 4, 14, 15; Deut. 26:1-10).
Cuando
Adán y Eva pecaron fueron sacrificados animales para que Dios proveyera la ropa
para ellos (Gén. 3:21, sabemos que el sistema de sacrificios no está
explicito aquí pero el hecho que Caín y Abel hayan realizado un servicio de
sacrificios muestra que ya estaban familiarizados con el mismo).
Caín y Abel sabían correctamente como funcionaba el sistema de
sacrificios. Sabían exactamente cual era la ofrenda por el pecado. Lo habían
aprendido de sus padres. Todo este sistema de sacrificios se cumpliría
más tarde en la persona de Cristo (Heb. 9: 8 –12, y 23, 24).
Es
posible que Caín y Abel ofrendaran de acuerdo a lo que tenían. Pero aquí el
asunto no tiene que ver con ofrendar y adorar de acuerdo a lo que se tiene. El
hecho que Dios no haya mirado con agrado a Caín y a su ofrenda va más allá. La
ofrenda en si no tenía valor alguno. Dios aceptaba los sacrificios como
evidencia de la fe de estas personas. Lo mismo pasa con nosotros. Nuestras obras
no tienen valor alguno para la salvación (Rom. 3:28-30; 4:5; 5:1, 9:30; 10:4;
11:6; Gál. 2:16, 21; 3:5, 6, 24; Efe. 2:8-9; Fil. 3:9). Pero Dios las acepta
como evidencia de nuestra fe (San. 2:24). No porque haya méritos en ellas. Ahora
bien, porqué Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín. ¿Había alguna
diferencia? Pues sí. La
diferencia consiste no sólo en la naturaleza o calidad de la ofrenda, sino
también en el carácter y actitud del que ofrenda. Debemos presentarnos ante la
presencia del Señor con un carácter íntegro y con respeto. Con actitud de
reverencia (Isa. 6:3-5). Debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad (Jn.
4:24).
Entiendo
que Caín tomó una decisión injustificada. Pienso que fue irresponsable y
arbitrario en su decisión. Él sabía lo que estaba haciendo. Él sabía lo que
Dios requería. Creo que a Caín y a Abel se
les requirió un rito de consagración por medio de un método basado en la OBEDIENCIA
y HUMILDAD. Un método donde expresaran REVERENCIA al Señor. Se les solicitó que
pusieran su FE y DEPENDENCIA en el redentor Cristo Jesús. Se les requirió un
sacrificio por medio de la muerte de los primogénitos del rebaño y que lo
presentaran humildemente ante el Señor. Pero Caín no estaba dispuesto a seguir las
instrucciones del Señor. Él podía presentar un animal y ofrecerlo junto con los
frutos de la tierra (Deut. 26:1-10). Entiendo que el rechazo a su ofrenda fue porque
tomó la decisión de llevar solamente los frutos de la tierra y pasó por alto la
instrucción del Señor. En este evento pudiera darse el caso que
no era tanto la ofrenda sino la ACTITUD de REBELDÍA. Pero también pudiera
ser que Dios quería que supiéramos desde el principio de la humanidad, que sin DERRAMAMIENTO
de SANGRE no hay REMISIÓN de pecados (Heb. 9:22).
Caín quiso adorar a su manera. Así también pasa hoy día con algunos líderes
religiosos. Se dejan llevar por sus caprichos emocionales. Asumen una actitud
de rebeldía y quieren adorar a su manera. Líderes que pasan por alto las
instrucciones del Señor. Luego usted los ve tratando de adorar como si pudieran manipular a Dios y a la
iglesia. Pero sabemos que Dios no los acepta.
No podemos adorar a Dios de acuerdo a nuestros conceptos preconcebidos. El
cristiano adora a Dios de acuerdo a su Palabra. La Palabra dice que a Dios se
le adora en espíritu y en verdad (Jn. 4:24). La Biblia afirma que la fe es
esencial en la adoración_ “Porque por la fe Abel ofreció a Dios más excelente
sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando
Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” (Heb. 11:4, RVR
1960). Por la fe Abel creyó en la promesa del Redentor del mundo (Gén. 3:15). Hay
que ser íntegros y sinceros con el Señor. No podemos adorar de acuerdo a nuestros
conceptos preconcebidos.
Podemos
decir que Abel presentó una ofrenda genuina por el pecado. Una ofrenda de
acuerdo con las instrucciones del Señor. Pero de su hermano no se puede decir lo mismo. Este ofreció una ofrenda muerta. Como aquellos que se presentan
ante el Señor con un espíritu moribundo. Que no muestran conciencia por sus
pecados porque espiritualmente están muertos. La ofrenda de Abel muestra su
actitud de arrepentimiento ante el Señor. Igual que el recaudador de impuestos que
“ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se
golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”
(Luc. 18:13, NVI). La ofrenda de Caín revela su propia justicia ante el altar
del Señor. Caín nos recuerda al fariseo que decía: “Oh Dios,
te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores,
adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a
la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo” (Luc. 18:11-12,
NVI).
Todo
está el carácter y la actitud que nos presentamos ante Dios. El
rechazo hacia la ofrenda de Caín fue justo. Como dice Moisés Pinedo, “Se debe establecer el hecho que,
cualquiera que haya sido la razón para el rechazo de la
ofrenda de Caín, esa razón fue adecuada, imparcial y justa. Dios no rechaza el
servicio humano basado en el prejuicio social o la preferencia personal. Él “no hace acepción de personas”
(Hec. 10:34; Rom. 2:11; Gál. 2:6; Ef. 6:9), sino “juzga según la obra de
cada uno” (1 Ped. 1:17). Después de todo, “el Juez de toda la tierra, ¿no ha de
hacer lo que es justo?” (Gén. 18:25)” (http://enfoquebiblico.com).
Entiendo que
a Dios no le agradó la actitud de Caín y rechazó su ofrenda. Asumo
que la ofrenda era de sacrificio por el pecado. El ritual requería un animal y Caín
pasó por alto las instrucciones del Señor. A esto se le llama DESOBEDIENCIA pero
también PRESUNCIÓN. No obstante, Dios tenía la intención que Caín se
arrepintiera. Analicemos lo que dicen los siguientes pasajes bíblicos: “¿Por qué te enojas y pones tan mala cara? (su rostro lo delató, no ocultó sus sentimientos. Su rostro denota
resentimiento hacia Dios y a su hermano). Si hicieras lo bueno (esta expresión “hacer lo bueno” puede entenderse
como presentar la ofrenda de la misma manera o con el mismo espíritu de Abel),
podrías levantar la cara (es
como decir: si haces las cosas bien, si sigues mis instrucciones puedes
levantar tu rostro, o sea, puedes mirar a Dios cara a cara);
pero como no lo haces (como
no sigues instrucciones, no obedeces), el pecado está esperando
el momento de dominarte (es
como comparar el pecado con una fiera que está al acecho. A la puerta. Como
león rugiente buscando a quien devorar, 1 Pedro 5:8).
Sin embargo, tú puedes dominarlo a él” (Gén. 4:6, 7, DHH). Note como dice esta
oración “tú puedes dominarlo a él” (en otras palabras, tú puedes tener el señorío
sobre el pecado, es decir, puedes rechazarlo). En verdad Dios amaba a Caín y
tenía la esperanza que este se arrepintiera. Pero Caín no reflexionó. No se
arrepintió. Al contrario, se llenó de ira. Su enojo y odio creció tanto que en
un arrebato de ira asesinó a su hermano. Pésima decisión. A los dos hermanos se les requirió lo mismo en cuanto al
sacrificio: obediencia, humildad y reverencia ante el Señor. Todo el que no
sigue las instrucciones del Señor se convierte en un irreverente como
Caín.
Para ir resumiendo este relato quiero traer a colación
las palabras de Moisés Pinedo cuando dice que “Dios declara justo a alguien
basado en un estándar objetivo: la obediencia a sus
mandamientos.
Caín y Abel pudieron saber lo que debían hacer para alcanzar testimonio de
justicia. Abel obedeció y fue declarado justo (Heb. 11:4). Caín desobedeció y
fue declarado injusto (1 Jn. 3:12). Dios clarificó el hecho que Caín conocía Su
voluntad cuando le dijo: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” (Gén. 4:7).
Caín había hecho algo mal, había
despreciado las instrucciones divinas en cuanto a la ofrenda. Pero él podía
hacer bien porque conocía la
manera correcta de ofrecer a Dios” (http://enfoquebiblico.com).
¿Qué
podemos aprender de esta historia? Esta historia presenta dos
clases de personas que estarán en este mundo hasta la segunda venida de Cristo.
No importa como lo queramos poner. Podrá haber muchas religiones y miles de
iglesias pero solo habrá dos grupos para cuando Dios venga a buscar a su pueblo
(Mat. 25:31- 46). Estarán los que adoran a Dios en espíritu y en verdad como lo
hizo Abel. Estos son “…los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús” (Apoc. 14:12, RVR 1960). Estos serán declarados justos como Abel (Heb. 11:4). El otro grupo lo
componen los que desobedecieron a Dios como
Caín. Estos son los que despreciaron “…los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Estos al igual que Caín serán declarados injustos (1
Jn. 3:12, RVR 1960).
Jesús no viene a buscar nombres, identidades o
instituciones religiosas como Adventistas, Bautistas, Presbiterianos,
Pentecostales, Católicos, etc. Jesús viene a buscar un pueblo constituido por
aquellos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. A ese pueblo
Jesús le dirá: “Bien, siervo
bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo
de tu Señor” (Mat. 25:23, LBLA). Solo habrá un pueblo fiel. Y ese pueblo constituirá
la iglesia del Señor.
¿A cuál de los dos grupos pertenecerá usted? Permítame
aclarar algo con respecto al relato de Génesis 4. El relato da a entender que el espíritu de adoración que presentó Caín fue muy diferente al de Abel. Muchos piensan
que Caín y Abel ofrendaron de la misma manera y con el mismo espíritu. Lamentablemente,
ese es el pensamiento de aquellos que dicen: “no importa tu religión, todos le
servimos al mismo Dios”. Este es un concepto erróneo de la mayoría de la gente. ¿Por qué es
un concepto erróneo? La respuesta es sencilla. Acaso todos los que profesan
seguir a Dios guardan sus mandamientos y la fe de Jesús. No todos. A Caín se le
dijo: “si hicieras
lo bueno, podrías levantar la cara, pero como no lo haces…”. Entiende ahora el por
qué es un concepto erróneo. Porque no todos sirven y adoran a Dios de
igual manera. No todos siguen las instrucciones del Señor. Hay muchos “…que a lo malo dicen
bueno, y a lo bueno malo” (Is. 5:20, RVR 1960).
¿Podrá usted levantar su rostro y mirar a Dios cara a
cara cuando Él venga? ¿De qué lado estará usted? Voy un poco más allá. Le
pregunto, ¿Enseña su iglesia la sana doctrina? ¿Sigue usted la sana doctrina bíblica
o la doctrina de los hombres? Le pregunto “porque
llegará el día en que la gente no querrá escuchar la buena doctrina. Al
contrario, querrán oír enseñanzas diferentes. Por eso buscarán maestros que le
digan lo que quiere oír” (2 Tim. 4:3, TLA). ¿Por qué querrán oír doctrinas
diferentes? Porque no tienen un compromiso real con Dios. Su consagración es a
media. Solo les interesa escuchar aquello que no los comprometa con Dios. A
estos le gustan las iglesias donde los líderes religiosos se dedican a entretener
desde el púlpito. Pero el día llegará. Solo usted sabrá si la decisión que tomó
fue para vida eterna o condenación eterna. Dios viene a buscar a su pueblo. Un
pueblo que obedece sus mandamientos y la fe de Jesús.
Mi
consejo es que obedezca a Dios antes que a los hombres. La Palabra dice: “Es necesario
obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5:29, RVR 1960). No importa si usted
tiene en alta estima a su pastor, a su sacerdote, al evangelista, etc. Si la
doctrina de esos líderes no está a la altura de las Sagradas Escrituras,
entonces será necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
No
debemos seguir doctrinas de hombres. La Palabra de Dios dice: “No
se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas…” (Heb. 13:9, RVC). “Mirad
que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones
de los hombres, conforme a los elementos del mundo y no según Cristo” (Col.
2:8, RVA). “Pero
si alguien les anuncia un evangelio distinto del que ya les hemos anunciado,
que caiga sobre él la maldición de Dios, no importa si se trata de mí mismo o
de un ángel venido del cielo” (Gál. 1:8, DHH). “Cualquiera que pretenda avanzar más allá de lo que
Cristo enseñó, no tiene a Dios; pero el que permanece en esa enseñanza, tiene
al Padre y también al Hijo” (2 Jn. 1:9, DHH).
No
importa cuánto insistan los líderes religiosos para que usted forme parte de su
iglesia. No se deje llevar por lo que puedan decir, sino por lo que dice la
Palabra de Dios (1 Jn. 4:1; Hch. 17:11). Vivimos en un tiempo donde la mayoría
de los líderes religiosos dicen que su iglesia es la única que enseña el verdadero
camino a la salvación. Otros sostienen que su iglesia es la única que
tiene la verdad. Y otros afirman que su iglesia es la única que lo
llevará a la vida eterna. Pero nuestro deber es seguir a Aquel que dijo:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida; NADIE
viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6, RVR 1960). “Cualquiera que pretenda avanzar más allá de lo
que Cristo enseñó, no tiene a Dios; pero el que permanece en esa enseñanza, tiene al Padre y también al
Hijo” (2 Jn. 1:9, DHH). Jesús dijo: “No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos…”
(Mat. 7:21-23, RVR 1995). ¿Quiénes son los que hacen la
voluntad de Dios? La Biblia dice: “Aquí está la
paciencia de los santos los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús” (Apoc.
14:12, RVR 1960). Como olvidar la pregunta del joven rico: “Maestro… ¿qué
bien haré para tener la vida eterna? Y Jesús le contestó: Si quieres
entrar en la vida guarda los mandamientos” (Mat. 19:16-17).
Amigo,
llegará el día cuando usted y yo veamos a Dios cara a cara (1 Cor. 13:12). Ese
día llegará sin duda alguna (Apoc. 1:7). Pero antes tendrá que tomar la gran
decisión de su vida. Sabemos que “no se puede servir a dos señores…” (Luc.
16:13). Será una decisión crucial que lo llevará a la vida eterna o la condenación
eterna. ¿Sabe usted por qué es una decisión crucial? ¿Sabe por qué nadie puede
tomar esa decisión por usted? Es crucial porque tendrá que analizar y evaluar su vida para ver si la misma se rige
de acuerdo a lo que enseña las Sagradas Escrituras. Tendrá que analizar y
evaluar si usted está guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Nadie
tomará esa decisión por usted. Dios lo puede ayudar pero no elige por usted. Es
usted quien tendrá que elegir entre la sana doctrina y la doctrina de los hombres.
ESTO IMPLICA TODO O NADA. Cuando usted tome la decisión
sentirá el rechazo de muchos. Incluso, de su familia. Imagínese usted cuando alguien
de los suyos o usted mismo(a) decida seguir estrictamente los mandamientos de
Dios y la fe de Jesús. Habrá problemas. Sentirá el odio y rencor de aquellos
que dijeron ser su amigo o hermano. Pero es mejor obedecer a Dios antes que a
los hombres (Hch. 5:29).
La Biblia dice: “Aquí está la paciencia de los santos los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12, RVR 1960). He mencionado mucho este pasaje. Créame que lo hago con toda la intención. Analícelo en el contexto que se da y sabrá por qué insisto en mencionarlo. Los santos son aquellos que se aferran solamente a la sana doctrina. La Palabra de Dios. A sus mandamientos. A estos nada ni nadie los hará cambiar de parecer. Usted dirá pero es que yo observo los mandamientos de Dios. Mi hermano, no se trata de observar, sino de guardar los mismos. Aplicarlos a nuestra vida. Que la Palabra de Dios nos convierta a diario en una nueva criatura. Que nuestro estilo de vida refleje a Jesús. Eso es lo que Dios demanda de nosotros_ “Porque con el corazón se cree para justicia (es decir, que debe haber una transformación completa en nuestro interior. Y que el resultado de esa transformación sea la justificación y la integridad) pero con la boca se confiesa para salvación (que debemos estar dispuestos a hablar de Cristo pero con palabras y hechos)” (Rom. 10:10, RVR 1960). En esto consiste guardar los mandamientos de Dios. El término “santo” que significa “apartado” es bien traído por Juan porque los santos fueron apartados por tomar la decisión correcta de seguir a Dios antes que a los hombres.
Entonces, que es la fe de Jesús. Esta
frase en el texto griego puede entenderse como “la fe de Jesús o la fe en
Jesús”. La fe de Jesús puede referirse a su testimonio. A su vida. A una vida completamente
de obediencia al Padre celestial. Jesús es nuestro ejemplo. Él venció al mundo_
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he
vencido al mundo” (Jn. 16:33, RVR 1960). Nosotros podemos vencer al
mundo por la fe en Jesús_ “Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al
mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que
vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1
Jn. 5:4-5, RVA). Note “…esta es
la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Nuestra fe en Cristo
Jesús el Hijo de Dios. El apóstol Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios…” (Gál. 2:20, RVR 1960). El
pasaje dice: “en la fe del Hijo de Dios”. Es la fe que vence al mundo. Los santos
son inconmovibles porque han “puesto sus ojos en Jesús, el autor y consumador
de la fe…” (Heb. 12:2).
Muchos han perdido la fe y le han dado la espalda a Dios. Caín dijo: "…y de
tu presencia me esconderé…" (Gén. 4:14, RVR 1960). Este hombre decidió permanecer
escondido de la presencia de Dios. Déjeme decirle que Caín fue fiel a sus palabras.
Este hombre le hizo honor a sus palabras porque eso fue lo que
sucedió. Le dio la
espalda al Dios del universo. Escondió su rostro de la presencia del Señor. A
pesar de lo que hizo Caín, Dios lo protegió para que nadie lo asesinara. Dios en
su gran misericordia “…hace
que el sol salga tanto para los malos como para los buenos y que la lluvia
caiga tanto para los justos como para los injustos” (Mat. 5:45, PDT). Así es Dios.
La protección de Dios no tuvo que ver con el perdón o arrepentimiento. Caín no se
arrepintió. Pero quiero enfatizar que respecto a las bendiciones
de la naturaleza o de la salvación Dios no hace
acepción de personas (Hch. 10: 34-35). Dios le dio la oportunidad
a Caín de arrepentirse pero este decidió darle la espalda. Dios es inmutable y
cumplió con protegerlo.
¿Qué
sucedió con la vida de Caín? No sabemos. Pues la Biblia no dice nada con
referencia a su muerte. Pero este relato nos da tremenda lección de vida. Y es
que todavía estamos a tiempo para arrepentirnos y elegir hacer la voluntad de
Dios. Llegará el día cuando los desobedientes como Caín querrán esconderse de
la presencia de Aquel que viene con poder y majestad (Apoc. 6:16).
Muy
pronto el Señor Jesús se presentará en las nubes (Apoc. 1:7). Vendrá a buscar a
sus fieles (Mat. 25:23). A los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús (Apoc. 14:12). Perseveremos en el Señor. Sigamos adelante para alcanzar
la meta. Pues esa es la razón por la cual Cristo nos alcanzó a nosotros (Fil.
3:12). Espero que usted tome su decisión lo antes posible porque no sabemos si
habrá un mañana. Manténgase de parte de la justicia. Guarde los mandamientos de
Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Viva una vida como “Enoc que andaba en íntima comunión con Dios. Y un día
desapareció, porque Dios se lo llevó” (Gén. 5:23-24, NTV). Viva a la
altura de las Sagradas Escrituras. Demuestre respeto y reverencia por la sana
doctrina. Todos sabemos que habrá un juicio (Rom. 2:1-16; Mat. 25:31-46; Apoc.
20:11-15). Usted y yo seremos juzgados por nuestros hechos. Porque “Dios juzga a cada uno según sus hechos
y sin parcialidad… deben mostrarle reverencia durante todo el tiempo que vivan
en este mundo (1
Ped. 1:17, DHH). “Los libros
fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de
acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los
libros. El
mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y
todos fueron juzgados según lo que habían hecho” (Apoc. 20:12-13, NTV). La
norma de juicio será la Palabra de Dios, la Biblia (Jn. 12:48; Ecl. 12:13, 14;
Rom. 2:13; San. 1:25).
Mi decisión
está tomada. Yo quiero estar en ese pueblo fiel que guarda los mandamientos de
Dios y la fe de Jesús. Quiero escuchar las palabras de Jesús_ “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel,
sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.” (Mat. 25:23, RVR 1960). No
importa lo que sufra en este mundo. No importa como me traten. Solo quiero dar fe
“…que
mi Redentor vive, y que triunfó sobre la muerte, y me declarará inocente. Que veré
a Dios con mis propios ojos. Y estoy seguro que lo veré, ¡con ansias espero el
momento!” (Job 19:25-27).
Mi
decisión está tomada porque yo sé
en quien he creído y “precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me
avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy
seguro de que Él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha
encomendado (2 Tim. 1:12, DHH).
No importa lo que pase. Mi decisión está tomada porque yo confío en el Señor.
Confío en ti Señor porque “Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder
y me concedes la victoria” (Sal.
18:35, TLA). Yo confío en mi Dios porque “nuestros sufrimientos
son pasajeros y pequeños en comparación con la gloria eterna y grandiosa a la
que ellos nos conducen” (2 Cor. 4:17, PDT). No importa cuán fuerte sean
las pruebas “sabemos que a los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien…” (Rom. 8:28, RVR 1960).
Amigos, Jesús le dice a su iglesia, “No se olviden de
orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que los dirija el Espíritu Santo.
Manténganse en estado de alerta, y no se den por vencidos. En sus oraciones,
pidan siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios” (Efe. 6:18, TLA). A ti personalmente te
dice, “No te asustes por
los sufrimientos que vienen”. “…sigue firme en tu fe, incluso si tienes que
morir”. “Si no renuncias a tu fe, Yo te premiaré con la vida eterna” (Apoc. 2:10, PDT).
Es mi deseo y oración que usted se mantenga de parte de la justicia aunque se
desplomen los cielos “Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia” (Salmos 46:2-3, RVC). Manténgase de
parte de la justicia porque “El que sigue la justicia y la misericordia hallará
la vida, la justicia y el honor” (Proverbios 21:21, RVR 1995).
Que
el Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti
y tenga de ti misericordia; El Señor alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz
(Núm. 6: 24-26, RVR 1995)
¡Bendecidos!
Bibliografía
1. Dios Habla Hoy (DHH), (Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996) (http://www.biblegateway.com )
2. La Biblia de las Américas (LBLA),
(Copyright 1986, 1995, 1997, by The Lockman Foundation) (http://www.biblegateway.com )
3. Palabra de Dios para Todos (PDT), (2005,
2008, 2012. Centro Mundial de Traducción de La Biblia, 2005, 2008, 2012, World
Bible Translation Center) (http://www.biblegateway.com )
4. Traducción en Lenguaje Actual (TLA),
(Copyright 2000, by United Bible Societies) (http://www.biblegateway.com )
5. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy
(NBLH), (2005, by The Lockman Foundation, La Habra, California) (http://www.biblegateway.com )
6. Nueva Traducción Viviente (NTV), (2010
by Tyndale House Foundation) (http://www.biblegateway.com )
7. Reina- Valera Antigua (RVA), (by Public Domain) (http://www.biblegateway.com )
8. Reina Valera Contemporánea (RVC),
(Copyright, 2009, 2011, by Sociedades Bíblicas Unidas) (http://www.biblegateway.com )
9.
Reina–Valera 1960 (RVR,
1960), (Copyright 1960 by American Bible Society) (http://www.biblegateway.com )
10. Reina–Valera 1995 (RVR, 1995),
(Copyright 1995 by American Bible Society) (http://www.biblegateway.com )
11. Nueva Versión Internacional (NVI), (La Santa Biblia,
Nueva Versión Internacional, NVI, Copyright 1999, by Biblica, Inc. Used by permission. All rights reserved worldwide) (http://www.biblegateway.com)