sábado, 8 de marzo de 2014

Mi testimonio
Las Sagradas Escrituras dicen que el ladrón (el enemigo) vino para hurtar, matar y destruir (Juan 10:10). El diablo sabe que su tiempo es limitado: “! Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12, RVR 1960). No estamos exentos de sus ataques: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” (1 Pedro 5:8, RVR 1960). También dice: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13, RVR 1960).

El día que fallé en ponerme la armadura de Dios fue el día malo y terrible para mí. Hay un día malo como dice el pasaje bíblico. Entiendo que no se trata de que el enemigo pueda en todo tiempo y a cada momento atacarnos sin cesar durante toda nuestra vida. Dios sabe que no podríamos resistir algo así. Aunque la Palabra dice: “Para todo tengo recursos en Él que me da las fuerzas”  (Filipenses 4:13).

En la mañana del sábado, 16 de noviembre de 2013 me encontraba en mi casa, escribiendo en mi dormitorio. No me sentía bien. Mientras escribía escuché el timbre de mi teléfono celular. Era una excompañera de trabajo. Me llamaba para saludarme y saber cómo estaba. Me preguntó qué estaba haciendo. En ese momento le contesté que estaba escribiendo algo relacionado con el suicidio. Por supuesto, no le dije que escribía una nota suicida. Hablamos y la despedí para seguir escribiendo.     

La nota dice así: [¿Por qué me quité la vida? Estoy pasando por una situación difícil y muy fuerte. Es mejor estar muerto que estar vivo. Estas son mis últimas palabras. Las palabras de una persona que sufrió a pesar de haber doblado rodillas ante Dios. Decepcionado de Dios y la vida. Una persona que sufrió a pesar de haber buscado ayuda entre aquellos que dijeron ser mis compañeros y amigos.  
Que triste es vivir en carne propia todo esto cuando sabes que lo harás. Aun pensando en la familia, hijos y personas que me aman. Que triste es sentir la frialdad en las palabras de aquellos que se comprometieron en ayudarme y luego me dieron la espalda. Me entristeció mucho escuchar a tantos hipócritas y mentirosos diciendo: “No te preocupes yo te voy ayudar”. “Ten fe eso pasará pronto”. “Estoy orando por ti… ya verás que todo va a salir bien”. Miserables mentirosos que todo lo quieren resolver con palabras. Me dolió mucho escuchar a los expertos citando la Biblia pero no se dignaron en ayudarme. A los que decían que estaban orando por mí en la iglesia pero se quedaron entre las paredes y no se dignaron en ayudarme. ¡Tan siquiera unas palabras de aliento! Que triste fue vivir en carne propia todo esto. ¡Que vida tan miserable! ¡Que gente tan miserable! ¿Qué sentido tiene vivir así?
Pero como siempre sucede, cuando ya es tarde, son los primeros que dicen: “se quitó la vida porque no tenía fe”. Miserables, cuánto pudieron haber hecho por mí pero me dieron la espalda y ahora se consuelan diciendo: “se quitó la vida porque no tenía fe”. Podían ayudarme cuando estaba en su mano hacerlo pero me dieron la espalda y ahora se consuelan diciendo: “se quitó la vida porque no tenía fe”.          
¿Por qué pensé en el suicidio? Porque perdí la esperanza de vivir. Porque la vida no tenía sentido para mí. Porque Dios no estaba cuando lo necesité. Fue un dolor inmenso que no solo se sintió por dentro, sino también por fuera. Dolor que nadie pudo percibir. Dolor que poco a poco me destruyó. Lo intenté pero no vi la luz. No supe qué hacer ni a dónde ir. Sé que el suicidio no era una opción. Le pido perdón a mi familia y a las personas cercanas. Sé que pensarán al igual que todos: “Se quitó la vida por razones que hubiera podido resolverse de haber aguantado un poco más. Lo último que se pierde es la esperanza”. ¿Aguantar un poco más? Cuando tuvieron todo a su alcance para ayudarme y no lo hicieron. ¿De qué esperanza hablan? Cuando confié en que me ayudarían y no lo hicieron. A la verdad, pasaron muchas cosas. Pero de algo pueden estar seguros; pasarán años preguntándose qué pudieron haber hecho para ayudarme…]
Esto fue lo único que escribí sin haber terminado. Ya verán el por qué no terminé de escribir la nota. Ese mismo día en horas de la tarde recibí una llamada de la persona que se había comunicado conmigo en la mañana. Quería hablar conmigo porque se había quedado preocupada. No solo llamó, sino que se presentó al lugar. Para mí fue bien fuerte. Tener a esa persona de frente me rompió el alma. Trataba en todo lo posible de hablar conmigo. Preguntaba vez tras vez cómo me podía ayudar sin saber lo que pasaba por mi mente. Yo solo pensaba en terminar la nota suicida. Le dije a la persona que todo estaba bien. Por salir de ella. Que se fuera tranquila. Que no se preocupara. Y ella se fue. Pero los pensamientos suicidas estaban ahí. Regresé al dormitorio y continué redactando la nota.
Más tarde, como a las 4:30 pm me llama otra persona. Era un excompañero de trabajo. Me saludó y me invitó para su casa. Créame que yo no sabía qué hacer ni qué decirle. Estaba recostado sobre mi cama escribiendo y llorando cuando llamó. Era la segunda persona que me interrumpía en el día. Acepté su invitación. A las 4:51 pm salí de mi casa para encontrarme con mi amigo en cierto lugar porque no recordaba donde vivía. Lo que no entendía era el por qué insistía en verme.
Llegué al lugar y lo llamé de mi teléfono celular. Cuando llegó nos saludamos y hablamos. Fue poco lo que hablamos porque él tenía que irse debido a la salud de su esposa. Traté de ser fuerte. No quería llorar frente a mi amigo pero fue imposible. Él no sabía por lo que yo estaba pasando pero le doy gracias a Dios por haberlo enviado. Después que nos despedimos, al dirigirme a mi casa me detuve al lado de la carretera. Comencé a llorar. Créame que lloraba pero a la misma vez le daba gracias a Dios por enviar a estas personas. Si no hubiese sido así este servidor estuviera muerto. Me hubiese quitado la vida. Esa era mi intención. Yo sé que esto es fuerte para las personas que me conocen. Más para mi familia y mis hijos cuando lean esto. Pero es una experiencia que no puedo callar.
He pedido perdón a Dios por esta situación. Le agradezco a Dios por haberme ayudado y bendecido. Le doy gracias a Dios por haber enviado ese día a mis excompañeros de trabajo la maestra Maryluz Villanueva y al maestro Andrés Acevedo. Ellos se estarán enterando en este momento a través de este escrito. Sé que son personas de oración. Personas que le sirven de corazón a Dios. Dios los envió para que me libraran del suicidio sin ellos saberlo. He pedido perdón a Dios por esto. Y no me canso de darle gracias por haberme rescatado de la muerte. Sé que es fuerte pero es mi deber decirlo para la gloria de Dios.
El domingo, 24 de noviembre de 2013 después de haber terminado de trabajar en el patio pasé por una terrible experiencia. Fue algo que no esperaba. Me parece que estaba en el cuarto de baño o entre este y el pasillo. Sé que de momento sentí una fuerte presión en la cabeza. Me sentía mareado. Sentía que me quedaba sin aire y la presión en mi cabeza se intensificaba. Era algo terrible. Sentía que la vida se me iba. Estaba asustado. De la misma desesperación comencé a golpear la pared y a rogarle a Jesús que no quería morir. Sentía un miedo terrible porque la vida se me iba y no podía hacer nada. En la desesperación le rogaba a Jesús por mi vida. Le decía: “No Jesús, no, no, no…” “No quiero morir” “Ahora no, por favor, ahora no”. “Perdón, pero no quiero morir”. Se lo pedía desesperadamente. Cada segundo era terrible. Sentía que la vida se me iba y no sabía qué hacer. Luchaba por sobrevivir. Daba golpes en la pared como un niño desesperado. Me aferraba a la pared como si fuera el pecho de Jesús rogándole por la vida. Estaba pasando por una situación terrible. Luchaba por la vida. No quería morir. En fracciones de segundo vino a mi mente cuando Jesús pendía de la cruz. Créame que se apoderó en mí un sentimiento de culpa terrible. Me sentí indigno y sucio. Porque días antes yo quería terminar con mi vida y ahora estaba aferrado a no perder la misma. Fue un sentimiento de culpa terrible. El solo pensar que Jesús murió en la cruz como ofrenda de sacrificio para que yo pasara de muerte a vida me marcó. Me hizo temblar. Ese sentimiento de culpa fue tan profundo e indigno que pude comprender lo que Dios me quería mostrar. Entre el lloro y la desesperación Dios me mostró el valor de la vida. A través de esa experiencia me mostró que Él quita la vida y la da como dice su Palabra “El Señor quita la vida y la da; nos hace bajar al sepulcro y de él nos hace subir” (1 Samuel 2:6).
Conocer a Dios de oídas es una cosa pero conocerlo personalmente va mucho más allá de nuestra limitada comprensión. Creer en las promesas de Dios por medio de la fe es una cosa. Pero experimentar esa fe en la vida o como se dice “en carne propia” es otra cosa. Yo sé que mi Redentor vive y que mi Dios es real. Después que entendí su propósito todo cambió. La fuerte presión que sentía en la cabeza desapareció. El mareo desapareció y la respiración se normalizó. Me dirigí a mi dormitorio. Me recosté sobre la cama para poder internalizar lo sucedido. Me levanté y doblé rodillas para agradecer a Dios por la vida. Para agradecerle también por aquellas personas que envió.  
Nosotros estamos acostumbrados a citar pasajes bíblicos para ayudar otros. Pero no es lo mismo cuando tú pasas por el proceso o la experiencia. Cuando tú lo experimentas en tu vida, es otro sentir. Hay un pasaje bíblico que dice: “Clama a mí y yo te responderé…” (Jeremías 33:3). No es lo mismo citar el pasaje bíblico que pasar por la experiencia de vivirlo en carne propia. Dios escuchó mi clamor y respondió con amor y bondad. Dios ha sido misericordioso conmigo. ¡Bendito sea su santo nombre! Esta situación ha sido una experiencia única. Es como volver a nacer. Por la misericordia de Dios he tenido la bendición de volver a nacer para dar testimonio de su gran poder, bondad, amor y misericordia.
Nunca pensé que caería tan bajo en el sentido de querer quitarme la vida. La Biblia dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). La frustración, la impotencia ante tanta injusticia, engaños, discrimen, represalias. Acoso en instituciones religiosas y privadas contra este servidor por no querer mentir y cometer fraude. Gente que se valen de la mentira y el engaño para destrozar tu vida. Personas que cargan con la Biblia pero son agentes satánicos refugiados en la mentira para destrozarte. Personas que ponen miles de obstáculos para verte caer y sufrir. Te cierran las puertas para que no haya esperanza alguna. No es justo, Dios y lo sabes. No se vale. Cuando le pierdes sentido a la vida no esperas nada más y punto. Te encierras en esos pensamientos desbastadores. No ves más allá. Piensas en el suicidio. Es una situación terrible. Esos pensamientos te nublan la mente. Lo digo por experiencia. Porque me gusta escribir mensajes positivos y artículos para ayudar a las personas espiritualmente. Pero ese día se me nubló la mente. El enemigo hizo todo lo posible para mantenerme ocupado con los pensamientos suicidas. Créame que por mi mente no pasaba nada de la Biblia, ni tan siquiera algo de mis escritos. Mis pensamientos estaban oscuros, nublados. Pero a pesar de esa oscuridad espiritual sé que Dios estuvo ahí. Perdóname Dios, no te sentí a mi lado pero estabas ahí.             
Por lo general, soy una persona cuidadosa con mis cosas pero esta experiencia no la puedo callar. Después que llegué a mi casa aquella tarde, tomé mi computadora y borré la nota. Pensé que había borrado todo. No quería recordar nada de lo sucedido. Pero en la mañana, cuando comencé a trabajar en mi computadora, vi la nota en un lugar que pensé que la había borrado y dije: ¡No puede ser! ¡Será que Dios lo quiso así! Hoy puedo dar testimonio con más razón porque esa cosa que no borré, que no terminé de escribir y que no quisiera mencionar más, está escrita aquí como evidencia. Pero la mayor evidencia es que hoy vivo por la gracia y misericordia de Dios. Hoy puedo dar testimonio que Dios es real. A Él sea la gloria, el poder y la honra por los siglos.    
A las personas que estén leyendo este escrito les pido perdón y que continúen orando por mí. No es mi intención hacer sentir mal a nadie. Solo doy mi testimonio para mostrar una vez más cómo es que Dios interviene por sus hijos. Yo sé que hay muchas personas pasando por situaciones fuertes y difíciles que piensan en el suicidio. Otros tan siquiera lo piensan y se quitan la vida. Pero también sé que muchos han logrado ser rescatados por la gracia de Dios. Yo soy uno de ellos. Yo testifico en el nombre de Aquel que está sentado en el trono, en el nombre de mi Dios y Salvador Jesús que he sido rescatado de la muerte. Puedo decir como el salmista: “Pues me rescataste de la muerte; no dejaste que mis pies resbalaran. Así que ahora puedo caminar en tu presencia, oh Dios, en tu luz que da vida” (Salmos 56:13, NTV). ¡Bendito sea su nombre!
Solamente les pido que traten de ver más por su familia, compañeros, amigos y demás. Procure más por los suyos y por los que no son suyos. Esto ha sido para mí una experiencia terrible pero a la misma vez le doy gracias a Dios por su gran misericordia para conmigo. No es fácil escribir sobre este asunto pero tampoco lo puedo callar. No es común querer quitarse la vida. Menos para este servidor. Créanme que es terrible. Sumamente fuerte.
Hay personas que necesitan que se les hable de la palabra de Dios. Pero no solo eso, hay que poner la palabra de Dios en acción. Hay personas que necesitan un toque, una palmada o un saludo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos están acomodados solamente a su diario vivir. Metidos en las cuatro paredes del templo y nada más. Posiblemente estas palabras sean de ofensa para muchos. Pero el evangelio es solo uno, y es que hay que preocuparse por los demás (Mateo 25:31-46). 
En cuanto a esta experiencia debo decir lo siguiente: no hay duda de que Dios usa a sus hijos como instrumento. Debo señalar que las personas que Dios envió no sabían cuáles eran mis intenciones. No sabían por lo que estaba pasando ese día. El asunto es que yo sabía que ellos estaban ajenos a la situación y cuando los vi comencé a llorar. Es que el sentir la presencia de Dios hace llorar hasta el más duro de corazón. Ellos no sabían nada pero estaban ahí. Cada cual llegó en un momento dado. En el momento preciso por Dios. Porque Dios tiene todo en control. Es una experiencia única. No sabes cómo reaccionar. Es algo que no esperas. No sabes qué hacer ni qué decir. Esas personas estuvieron ahí conmigo y me vieron llorar pero solo Dios sabía cuáles eran mis pensamientos.  
Dios ha sido maravilloso conmigo. Es por experiencia propia que puedo decir: “De oídas te había oído; pero ahora mis ojos te ven” (Job 42:5, RVR 1960). Alabado sea el nombre de Cristo. Santo, Santo, Santo es su nombre. Bendito el que vive para siempre. Te amo mi Dios y Salvador Jesús. Gracias, Señor “porque (tus) misericordias jamás terminan, pues nunca fallan (tus) bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!” (Lamentaciones 3:22-23). Gracias Dios. Sabes que te amo mi Dios porque tú me amaste primero (1 Juan 4:19).
Espero que mi testimonio te ayude a valorar la vida. Que sea un bálsamo en la vida de aquellos que han pasado por esta experiencia y cale profundo en la mente de aquellos que están pensando en hacerlo. Amigo, el día malo vendrá pero no atentes contra la vida. No te dejes seducir por el enemigo. Al enemigo no le importa si sufres o cuánto sufres. Lo que le importa es que sufras para alejarte de Cristo. No le importa si caíste o cómo caíste, sino que caigas y no te levantes. No le importa si lloras de tristeza o cuánto tiempo llevas llorando. Lo que le importa es sembrar la tristeza en tu corazón para que mueras en tu dolor. No te dejes seducir por el enemigo.
Yo sé que recordaré ese día como “El día que fallé en ponerme la armadura de Dios” pero también lo recordaré como “El día en que Dios me cubrió con su manto de justicia (su armadura)” (Isaías 61:10). Gracias a mi Dios y salvador Jesús. Gracias, Dios por enviar a esas personas. Gracias, Dios por un nuevo amanecer en mi vida. ¡Bendito sea su nombre!       

¡Que Dios te bendiga!

jueves, 24 de octubre de 2013

Una decisión crucial

Tomar decisiones no es fácil. Menos para una persona que quiere ser cristiana pero no encuentra a que iglesia asistir. Esto me hace recordar a personas que me han preguntado que si en todas las religiones que existen puede haber una verdadera. Como ya sabemos todas reclaman tener la verdad. Muchas veces la gente hace esta clase pregunta para tomar su decisión.

Estuve leyendo algunos artículos y me encontré con uno en el cual su autor dice que en el mundo existe una tremenda confusión con las denominaciones religiosas. Que los protestantes están divididos en más de 200 denominaciones principales. Y muchas de estas organizaciones o iglesias están subdivididas en munchos grupos más. Menciona que un obispo anglicano dijo una vez que el mundo cristiano dividido es una fuente de debilidad en occidente. En países no cristianos es... una piedra de tropiezo, refiriéndose a la confusión que enfrentan nuevos creyentes en tierras hindúes, budistas o musulmanas quienes cuando deciden seguir a Cristo, deben escoger entre cientos de denominaciones compitiendo por su alianza (http://www.escritoesta.org)

Vivimos en un mundo donde la religión se ha proliferado. Sé que las estadísticas son variables (de acuerdo a la ONU hay 7,000 millones de habitantes) no obstante, quiero presentar el siguiente ejemplo, aunque sabemos que esta estadística como tal haya aumentado o disminuido de acuerdo con la población existente, “de los 6,212 millones de habitantes que tiene aproximadamente la tierra 1,200 millones son islámicos, 1,071 millones son católicos, otros 1,000 millones de diferentes denominaciones cristianas; 750 millones de hinduistas, 300 millones de budistas, 100 millones de animistas, 15 millones de judíos, entre otros” (http://www.aciprensa.com).

Como dije anteriormente, he escuchado a personas decir que la proliferación de la religión tiende a confundir a la gente. Algunos comentan que cuando las personas deciden seguir a Jesús se ven obligadas a escoger entre miles de iglesias que dicen tener la verdad. Cuando eligen una religión se decepcionan y la abandonan porque no era lo que esperaban. Es lamentable decir que una persona que acepta a Cristo como su salvador tenga que pasar por momentos de estrés para elegir una iglesia. ¿Por qué existen tantas religiones? ¿Por qué todas reclaman tener la verdad?

Podrá haber miles de religiones y miles de iglesias pero la Biblia presenta desde el Génesis hasta el Apocalipsis un solo evangelio, un solo camino, una sola verdad (Jn. 14:6). Esa verdad no fue dada a una sola persona, pueblo o nación. Dios escogió a diferentes personas en el pasado para proclamar el mensaje de salvación que conducirá a su pueblo a la vida eterna_ “En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas (Heb. 1:1, DHH). Ese mensaje de salvación consiste en conocer a Dios y a su Hijo. ¿Con qué propósito? Con el propósito de ofrecer la vida eterna a los seres caídos en la desgracia del pecado_ “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23, RVR 1960).

¿Qué es la vida eterna? “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado” (Jn. 17:3, RVR 1960). La vida eterna consiste en conocer a Dios. El conocer a Dios consiste en tener una experiencia personal con Él. Esa experiencia personal con Dios se logra a través de su Hijo Amado. Jesús ha sido el único que ha dado a conocer a Dios. La Palabra dice: “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios [unigénito es una traducción incorrecta. El termino griego es monogeneV “monogenês” monoV “monos” (uno, único, solo) y genoV “genos” (género, categoría, especie, clase) debe traducirse “único Hijo”, es decir, Jesús es “el único en su género”, “el único caso” “el único en su categoría” “el único en su especie” “absolutamente el único de su clase” “el único con una naturaleza divina-humana], que está en el seno del Padre, Él le ha dado a [conocer, del griego εξηγησατο exegesato” de aquí proviene la palabra “exégesis]”. Jesús ha sido el único que ha hecho una exégesis del amor de Dios. Ha sido el único que ha dado a conocer el carácter de Dios” (Jn. 1:18, LBLA).  

El mensaje de salvación consiste también en conocer al Hijo de Dios el cual dio su vida por nosotros_ “Jesús mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud” (1 Ped. 2:24, DHH). Jesús murió para darnos vida_ “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10, RVR 1960). Jesús vino para demostrarnos el gran amor de Dios “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn. 3:1, RVR 1995). “Así en efecto, amó Dios al mundo, tanto que dio todo lo que tenía, a su único Hijo, para que todo el que crea en Él, pueda proseguir teniendo vida eterna” (Jn. 3:16).  

Esta verdad ha sido trasmitida a la raza humana de generación en generación. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis. En el libro de Apocalipsis terminan todos los libros de la Biblia. Los libros que proclaman a viva voz el plan de salvación. Son los libros que hablan de la vida, muerte, resurrección y victoria de Cristo; el Cordero inmolado, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David: “Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado”, “Uno de los ancianos me dijo: ¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! (Apoc. 5:5-6, NVI).

Dios ha intervenido de muchas maneras en la historia de la salvación. Dios escogió al pueblo de Israel para que proclamara el mensaje de salvación pero este desobedeció y terminó crucificando al Salvador_ “A lo suyo vino [ta idia  ta ídia suyo en singular, “su propia casa” “la casa de Israel” “la nación escogida”] y los suyos [oi idioi hoi ídioi suyos en plural, “su pueblo” “la casa sacerdotal, los  dirigentes”] no le recibieron” (Jn. 1:11, RVR 1995). A medida que ha pasado el tiempo Dios ha escogido diferentes hombres y mujeres para proclamar la verdad. A medida que estas personas proclamaban la verdad se organizaban en grupos para estudiar las Sagradas Escrituras. Hoy día esos grupos se han multiplicado y se han convertido en iglesias. De esta manera han surgido muchas iglesias y denominaciones religiosas. Todas ellas predican lo que han descubierto respecto a la verdad. Cada denominación predica en particular lo que ha conocido. Pero todas tienen sus diferencias doctrinales. Y Dios anhela restaurar toda la verdad en un solo pueblo.

Dios quiere que como pueblo preservemos la verdad que es en Cristo Jesús (Jn. 8:32; 14:6). Dios espera que esta generación acepte las verdades de las generaciones pasadas hasta que toda la verdad sea restaurada. Jesús dijo: “Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor” (Jn. 10:16, LBLA). Jesús tiene gente fiel en otros rediles (iglesias) y Él quiere que escuchen su voz para unirlos en un solo rebaño (pueblo). Dios quiere salvar a toda la humanidad. Él quiere que todos pertenezcan a su rebaño_ “El Señor no retarda su promesa…, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9, RVR 1960). Dios ha utilizado todos los medios para salvar al hombre en todas las generaciones_ “han sido muchos los llamados en todas las generaciones” pero pocos han respondido (Mat. 22:14). Para muchos ha sido fácil andar por el camino que lleva a la perdición, porque es un camino ancho. ¡Y mucha gente le encanta ese camino!” (Mat. 7:13). Un camino sin ninguna responsabilidad. Sin compromiso alguno.

Dios viene a buscar un pueblo fiel. El mensaje de Dios es claro y contundente_ “No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Entonces les declararé: <Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!>” (Mat. 7:21-23, RVR 1995).

Hoy día existen muchas religiones pero Jesús dijo que solo entrará en el reino de los cielos el que haga la voluntad de su Padre. Habrá muchas iglesias pero el evangelio de salvación es uno solo. La verdad es una sola. Llegará el día en el cual usted tendrá que tomar una decisión que será crucial en su vida. Créame que es una decisión que nadie podrá tomar por usted. Será una decisión de vida eterna o condenación eterna. Existen muchas religiones hoy día, pero hay que ver cuál de ellas está haciendo la voluntad de Dios.  

En la Biblia hay historias de personas que decidieron hacer la voluntad de Dios. Pero también hay relatos de personas que decidieron hacer lo contrario. Recuerdo mi niñez cuando contaban las historias bíblicas en la iglesia. Como olvidar la historia de los hermanos Caín y Abel. Es una de esas historias que se discrimina mucho cuando se les cuenta a los niños. Se discrimina porque siempre que se habla de Caín lo presentan como si hubiese sido una persona mala toda la vida. Pero a Abel lo presentan como la persona buena. El intachable. Muchos olvidan que en la Biblia se registra este evento de la vida de Caín pero no se dice mucho o nada de la vida de Abel. No obstante, este relato está registrado para darnos una lección de vida. Una lección que tiene que ver mucho con la mayor decisión de nuestra vida. Una decisión que será crucial para usted.    

El relato bíblico dice que “…Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También, Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara. Entonces, el Señor le dijo: « ¿Por qué te enojas y pones tan mala cara? Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él»” (Gén. 4:3-7, DHH).

Los dos hermanos fueron a presentar sus ofrendas delante del Señor. No sabemos si fueron juntos o por separados. O si construyeron un altar o ya estaba construido. Juntos o no presentaron sus ofrendas ante el Señor. La Palabra dice que el Señor miró con agrado a Abel. Es decir, el Señor aceptó el espíritu de adoración de Abel. Pero no miró con agrado el espíritu de adoración de Caín.

He leído varios escritos respecto a esta historia. Siempre surge la misma pregunta, ¿Por qué Dios rechaza una ofrenda y acepta la otra? Parece ser una pregunta de respuesta fácil. Pero no lo es. Menos cuando se trata de hacer nuestra voluntad o la voluntad de Dios. Algunos piensan que los hermanos ofrendaron de acuerdo a lo que tenían. Que Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. Y Abel llevó las primeras y mejores crías de sus ovejas. Esto da a entender que no importa la ofrenda. Que lo importante es la intensión del adorador. Que ambos ofrendaron por igual. Que lo mismo pasa hoy día en la iglesia. Se ofrenda de acuerdo al estatus económico de cada persona. Al verlo desde este punto de vista surge la pregunta, ¿Por qué el Señor rechazó la ofrenda de Caín? Por qué el Señor le dijo a Caín, “Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara…”.   

Para contestar la pregunta hay que traer en contexto las costumbres, leyes o rituales de aquella sociedad o generación. Supongo que para ese tiempo había un sistema de sacrificios. La persona que ofrecía una ofrenda por el pecado debía presentar un animal ante el Señor (Núm. 18:17). La Palabra dice que sin derramamiento de sangre no se hace remisión, pues la misma sangre hará expiación de la persona" (Heb. 9: 22; cf. Lev. 17: 11). La persona que quería dar gracias a Dios ofrecía una ofrenda incruenta de agradecimiento. Esta consistía de harina y de aceite o harina preparada con incienso –cosecha de la tierra- (Lev. 2: 1, 4, 14, 15; Deut. 26:1-10).

Cuando Adán y Eva pecaron fueron sacrificados animales para que Dios proveyera la ropa para ellos (Gén. 3:21, sabemos que el sistema de sacrificios no está explicito aquí pero el hecho que Caín y Abel hayan realizado un servicio de sacrificios muestra que ya estaban familiarizados con el mismo). Caín y Abel sabían correctamente como funcionaba el sistema de sacrificios. Sabían exactamente cual era la ofrenda por el pecado. Lo habían aprendido de sus padres. Todo este sistema de sacrificios se cumpliría más tarde en la persona de Cristo (Heb. 9: 8 –12, y 23, 24).

Es posible que Caín y Abel ofrendaran de acuerdo a lo que tenían. Pero aquí el asunto no tiene que ver con ofrendar y adorar de acuerdo a lo que se tiene. El hecho que Dios no haya mirado con agrado a Caín y a su ofrenda va más allá. La ofrenda en si no tenía valor alguno. Dios aceptaba los sacrificios como evidencia de la fe de estas personas. Lo mismo pasa con nosotros. Nuestras obras no tienen valor alguno para la salvación (Rom. 3:28-30; 4:5; 5:1, 9:30; 10:4; 11:6; Gál. 2:16, 21; 3:5, 6, 24; Efe. 2:8-9; Fil. 3:9). Pero Dios las acepta como evidencia de nuestra fe (San. 2:24). No porque haya méritos en ellas. Ahora bien, porqué Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín. ¿Había alguna diferencia? Pues sí. La diferencia consiste no sólo en la naturaleza o calidad de la ofrenda, sino también en el carácter y actitud del que ofrenda. Debemos presentarnos ante la presencia del Señor con un carácter íntegro y con respeto. Con actitud de reverencia (Isa. 6:3-5). Debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad (Jn. 4:24).

Entiendo que Caín tomó una decisión injustificada. Pienso que fue irresponsable y arbitrario en su decisión. Él sabía lo que estaba haciendo. Él sabía lo que Dios requería. Creo que a Caín y a Abel se les requirió un rito de consagración por medio de un método basado en la OBEDIENCIA y HUMILDAD. Un método donde expresaran REVERENCIA al Señor. Se les solicitó que pusieran su FE y DEPENDENCIA en el redentor Cristo Jesús. Se les requirió un sacrificio por medio de la muerte de los primogénitos del rebaño y que lo presentaran humildemente ante el Señor. Pero Caín no estaba dispuesto a seguir las instrucciones del Señor. Él podía presentar un animal y ofrecerlo junto con los frutos de la tierra (Deut. 26:1-10). Entiendo que el rechazo a su ofrenda fue porque tomó la decisión de llevar solamente los frutos de la tierra y pasó por alto la instrucción del Señor. En este evento pudiera darse el caso que no era tanto la ofrenda sino la ACTITUD de REBELDÍA. Pero también pudiera ser que Dios quería que supiéramos desde el principio de la humanidad, que sin DERRAMAMIENTO de SANGRE no hay REMISIÓN de pecados (Heb. 9:22). 

Caín quiso adorar a su manera. Así también pasa hoy día con algunos líderes religiosos. Se dejan llevar por sus caprichos emocionales. Asumen una actitud de rebeldía y quieren adorar a su manera. Líderes que pasan por alto las instrucciones del Señor. Luego usted los ve tratando de adorar como si pudieran manipular a Dios y a la iglesia. Pero sabemos que Dios no los acepta. No podemos adorar a Dios de acuerdo a nuestros conceptos preconcebidos. El cristiano adora a Dios de acuerdo a su Palabra. La Palabra dice que a Dios se le adora en espíritu y en verdad (Jn. 4:24). La Biblia afirma que la fe es esencial en la adoración_ “Porque por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” (Heb. 11:4, RVR 1960). Por la fe Abel creyó en la promesa del Redentor del mundo (Gén. 3:15). Hay que ser íntegros y sinceros con el Señor. No podemos adorar de acuerdo a nuestros conceptos preconcebidos.  

Podemos decir que Abel presentó una ofrenda genuina por el pecado. Una ofrenda de acuerdo con las instrucciones del Señor. Pero de su hermano no se puede decir lo mismo. Este ofreció una ofrenda muerta. Como aquellos que se presentan ante el Señor con un espíritu moribundo. Que no muestran conciencia por sus pecados porque espiritualmente están muertos. La ofrenda de Abel muestra su actitud de arrepentimiento ante el Señor. Igual que el recaudador de impuestos que “ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” (Luc. 18:13, NVI). La ofrenda de Caín revela su propia justicia ante el altar del Señor. Caín nos recuerda al fariseo que decía: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo” (Luc. 18:11-12, NVI).

Todo está el carácter y la actitud que nos presentamos ante Dios. El rechazo hacia la ofrenda de Caín fue justo. Como dice Moisés Pinedo, “Se debe establecer el hecho que, cualquiera que haya sido la razón para el rechazo de la ofrenda de Caín, esa razón fue adecuada, imparcial y justa. Dios no rechaza el servicio humano basado en el prejuicio social o la preferencia personal. Él “no hace acepción de personas” (Hec. 10:34; Rom. 2:11; Gál. 2:6; Ef. 6:9), sino “juzga según la obra de cada uno” (1 Ped. 1:17). Después de todo, “el Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Gén. 18:25)” (http://enfoquebiblico.com).

Entiendo que a Dios no le agradó la actitud de Caín y rechazó su ofrenda. Asumo que la ofrenda era de sacrificio por el pecado. El ritual requería un animal y Caín pasó por alto las instrucciones del Señor. A esto se le llama DESOBEDIENCIA pero también PRESUNCIÓN. No obstante, Dios tenía la intención que Caín se arrepintiera. Analicemos lo que dicen los siguientes pasajes bíblicos: “¿Por qué te enojas y pones tan mala cara? (su rostro lo delató, no ocultó sus sentimientos. Su rostro denota resentimiento hacia Dios y a su hermano). Si hicieras lo bueno (esta expresión “hacer lo bueno” puede entenderse como presentar la ofrenda de la misma manera o con el mismo espíritu de Abel), podrías levantar la cara (es como decir: si haces las cosas bien, si sigues mis instrucciones puedes levantar tu rostro, o sea, puedes mirar a Dios cara a cara); pero como no lo haces (como no sigues instrucciones, no obedeces), el pecado está esperando el momento de dominarte (es como comparar el pecado con una fiera que está al acecho. A la puerta. Como león rugiente buscando a quien devorar, 1 Pedro 5:8). Sin embargo, tú puedes dominarlo a él” (Gén. 4:6, 7, DHH). Note como dice esta oración “tú puedes dominarlo a él” (en otras palabras, tú puedes tener el señorío sobre el pecado, es decir, puedes rechazarlo). En verdad Dios amaba a Caín y tenía la esperanza que este se arrepintiera. Pero Caín no reflexionó. No se arrepintió. Al contrario, se llenó de ira. Su enojo y odio creció tanto que en un arrebato de ira asesinó a su hermano. Pésima decisión. A los dos hermanos se les requirió lo mismo en cuanto al sacrificio: obediencia, humildad y reverencia ante el Señor. Todo el que no sigue las instrucciones del Señor se convierte en un irreverente como Caín.    

Para ir resumiendo este relato quiero traer a colación las palabras de Moisés Pinedo cuando dice que “Dios declara justo a alguien basado en un estándar objetivo: la obediencia a sus mandamientos. Caín y Abel pudieron saber lo que debían hacer para alcanzar testimonio de justicia. Abel obedeció y fue declarado justo (Heb. 11:4). Caín desobedeció y fue declarado injusto (1 Jn. 3:12). Dios clarificó el hecho que Caín conocía Su voluntad cuando le dijo: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” (Gén. 4:7). Caín había hecho algo mal, había despreciado las instrucciones divinas en cuanto a la ofrenda. Pero él podía hacer bien porque conocía la manera correcta de ofrecer a Dios” (http://enfoquebiblico.com).

¿Qué podemos aprender de esta historia? Esta historia presenta dos clases de personas que estarán en este mundo hasta la segunda venida de Cristo. No importa como lo queramos poner. Podrá haber muchas religiones y miles de iglesias pero solo habrá dos grupos para cuando Dios venga a buscar a su pueblo (Mat. 25:31- 46). Estarán los que adoran a Dios en espíritu y en verdad como lo hizo Abel. Estos son “…los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12, RVR 1960). Estos serán declarados justos como Abel (Heb. 11:4). El otro grupo lo componen los que desobedecieron a Dios como Caín. Estos son los que despreciaron “…los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Estos al igual que Caín serán declarados injustos (1 Jn. 3:12, RVR 1960).

Jesús no viene a buscar nombres, identidades o instituciones religiosas como Adventistas, Bautistas, Presbiterianos, Pentecostales, Católicos, etc. Jesús viene a buscar un pueblo constituido por aquellos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. A ese pueblo Jesús le dirá: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mat. 25:23, LBLA). Solo habrá un pueblo fiel. Y ese pueblo constituirá la iglesia del Señor.

¿A cuál de los dos grupos pertenecerá usted? Permítame aclarar algo con respecto al relato de Génesis 4. El relato da a entender que el espíritu de adoración que presentó Caín fue muy diferente al de Abel. Muchos piensan que Caín y Abel ofrendaron de la misma manera y con el mismo espíritu. Lamentablemente, ese es el pensamiento de aquellos que dicen: “no importa tu religión, todos le servimos al mismo Dios”. Este es un concepto erróneo de la mayoría de la gente. ¿Por qué es un concepto erróneo? La respuesta es sencilla. Acaso todos los que profesan seguir a Dios guardan sus mandamientos y la fe de Jesús. No todos. A Caín se le dijo: “si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara, pero como no lo haces…”. Entiende ahora el por qué es un concepto erróneo. Porque no todos sirven y adoran a Dios de igual manera. No todos siguen las instrucciones del Señor. Hay muchos “…que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Is. 5:20, RVR 1960).

¿Podrá usted levantar su rostro y mirar a Dios cara a cara cuando Él venga? ¿De qué lado estará usted? Voy un poco más allá. Le pregunto, ¿Enseña su iglesia la sana doctrina? ¿Sigue usted la sana doctrina bíblica o la doctrina de los hombres? Le pregunto “porque llegará el día en que la gente no querrá escuchar la buena doctrina. Al contrario, querrán oír enseñanzas diferentes. Por eso buscarán maestros que le digan lo que quiere oír” (2 Tim. 4:3, TLA). ¿Por qué querrán oír doctrinas diferentes? Porque no tienen un compromiso real con Dios. Su consagración es a media. Solo les interesa escuchar aquello que no los comprometa con Dios. A estos le gustan las iglesias donde los líderes religiosos se dedican a entretener desde el púlpito. Pero el día llegará. Solo usted sabrá si la decisión que tomó fue para vida eterna o condenación eterna. Dios viene a buscar a su pueblo. Un pueblo que obedece sus mandamientos y la fe de Jesús.   

Mi consejo es que obedezca a Dios antes que a los hombres. La Palabra dice: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5:29, RVR 1960). No importa si usted tiene en alta estima a su pastor, a su sacerdote, al evangelista, etc. Si la doctrina de esos líderes no está a la altura de las Sagradas Escrituras, entonces será necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

No debemos seguir doctrinas de hombres. La Palabra de Dios dice: “No se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas…” (Heb. 13:9, RVC). “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo y no según Cristo” (Col. 2:8, RVA). “Pero si alguien les anuncia un evangelio distinto del que ya les hemos anunciado, que caiga sobre él la maldición de Dios, no importa si se trata de mí mismo o de un ángel venido del cielo” (Gál. 1:8, DHH). “Cualquiera que pretenda avanzar más allá de lo que Cristo enseñó, no tiene a Dios; pero el que permanece en esa enseñanza, tiene al Padre y también al Hijo” (2 Jn. 1:9, DHH).

No importa cuánto insistan los líderes religiosos para que usted forme parte de su iglesia. No se deje llevar por lo que puedan decir, sino por lo que dice la Palabra de Dios (1 Jn. 4:1; Hch. 17:11). Vivimos en un tiempo donde la mayoría de los líderes religiosos dicen que su iglesia es la única que enseña el verdadero camino a la salvación. Otros sostienen que su iglesia es la única que tiene la verdad. Y otros afirman que su iglesia es la única que lo llevará a la vida eterna. Pero nuestro deber es seguir a Aquel que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; NADIE viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6, RVR 1960). Cualquiera que pretenda avanzar más allá de lo que Cristo enseñó, no tiene a Dios; pero el que permanece en esa enseñanza, tiene al Padre y también al Hijo” (2 Jn. 1:9, DHH). Jesús dijo: No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos…” (Mat. 7:21-23, RVR 1995). ¿Quiénes son los que hacen la voluntad de Dios? La Biblia dice: “Aquí está la paciencia de los santos los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12, RVR 1960). Como olvidar la pregunta del joven rico: “Maestro… ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Y Jesús le contestó: Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos” (Mat. 19:16-17).

Amigo, llegará el día cuando usted y yo veamos a Dios cara a cara (1 Cor. 13:12). Ese día llegará sin duda alguna (Apoc. 1:7). Pero antes tendrá que tomar la gran decisión de su vida. Sabemos que “no se puede servir a dos señores…” (Luc. 16:13). Será una decisión crucial que lo llevará a la vida eterna o la condenación eterna. ¿Sabe usted por qué es una decisión crucial? ¿Sabe por qué nadie puede tomar esa decisión por usted? Es crucial porque tendrá que analizar y evaluar su vida para ver si la misma se rige de acuerdo a lo que enseña las Sagradas Escrituras. Tendrá que analizar y evaluar si usted está guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Nadie tomará esa decisión por usted. Dios lo puede ayudar pero no elige por usted. Es usted quien tendrá que elegir entre la sana doctrina y la doctrina de los hombres. ESTO IMPLICA TODO O NADA. Cuando usted tome la decisión sentirá el rechazo de muchos. Incluso, de su familia. Imagínese usted cuando alguien de los suyos o usted mismo(a) decida seguir estrictamente los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Habrá problemas. Sentirá el odio y rencor de aquellos que dijeron ser su amigo o hermano. Pero es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch. 5:29).  

La Biblia dice: “Aquí está la paciencia de los santos los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12, RVR 1960). He mencionado mucho este pasaje. Créame que lo hago con toda la intención. Analícelo en el contexto que se da y sabrá por qué insisto en mencionarlo. Los santos son aquellos que se aferran solamente a la sana doctrina. La Palabra de Dios. A sus mandamientos. A estos nada ni nadie los hará cambiar de parecer. Usted dirá pero es que yo observo los mandamientos de Dios. Mi hermano, no se trata de observar, sino de guardar los mismos. Aplicarlos a nuestra vida. Que la Palabra de Dios nos convierta a diario en una nueva criatura. Que nuestro estilo de vida refleje a Jesús. Eso es lo que Dios demanda de nosotros_ “Porque con el corazón se cree para justicia (es decir, que debe haber una transformación completa en nuestro interior. Y que el resultado de esa transformación sea la justificación y la integridad) pero con la boca se confiesa para salvación (que debemos estar dispuestos a hablar de Cristo pero con palabras y hechos)” (Rom. 10:10, RVR 1960). En esto consiste guardar los mandamientos de Dios. El término “santo” que significa “apartado” es bien traído por Juan porque los santos fueron apartados por tomar la decisión correcta de seguir a Dios antes que a los hombres.


Entonces, que es la fe de Jesús. Esta frase en el texto griego puede entenderse como “la fe de Jesús o la fe en Jesús”. La fe de Jesús puede referirse a su testimonio. A su vida. A una vida completamente de obediencia al Padre celestial. Jesús es nuestro ejemplo. Él venció al mundo_ “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33, RVR 1960). Nosotros podemos vencer al mundo por la fe en Jesús_ “Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Jn. 5:4-5, RVA). Note “…esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Nuestra fe en Cristo Jesús el Hijo de Dios. El apóstol Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios…” (Gál. 2:20, RVR 1960). El pasaje dice: “en la fe del Hijo de Dios”. Es la fe que vence al mundo. Los santos son inconmovibles porque han “puesto sus ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Heb. 12:2).        

Muchos han perdido la fe y le han dado la espalda a Dios. Caín dijo: "…y de tu presencia me esconderé" (Gén. 4:14, RVR 1960). Este hombre decidió permanecer escondido de la presencia de Dios. Déjeme decirle que Caín fue fiel a sus palabras. Este hombre le hizo honor a sus palabras porque eso fue lo que sucedió. Le dio la espalda al Dios del universo. Escondió su rostro de la presencia del Señor. A pesar de lo que hizo Caín, Dios lo protegió para que nadie lo asesinara. Dios en su gran misericordia “…hace que el sol salga tanto para los malos como para los buenos y que la lluvia caiga tanto para los justos como para los injustos” (Mat. 5:45, PDT). Así es Dios. La protección de Dios no tuvo que ver con el perdón o arrepentimiento. Caín no se arrepintió. Pero quiero enfatizar que respecto a las bendiciones de la naturaleza o de la salvación Dios no hace acepción de personas (Hch. 10: 34-35). Dios le dio la oportunidad a Caín de arrepentirse pero este decidió darle la espalda. Dios es inmutable y cumplió con protegerlo.

¿Qué sucedió con la vida de Caín? No sabemos. Pues la Biblia no dice nada con referencia a su muerte. Pero este relato nos da tremenda lección de vida. Y es que todavía estamos a tiempo para arrepentirnos y elegir hacer la voluntad de Dios. Llegará el día cuando los desobedientes como Caín querrán esconderse de la presencia de Aquel que viene con poder y majestad (Apoc. 6:16).

Muy pronto el Señor Jesús se presentará en las nubes (Apoc. 1:7). Vendrá a buscar a sus fieles (Mat. 25:23). A los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Perseveremos en el Señor. Sigamos adelante para alcanzar la meta. Pues esa es la razón por la cual Cristo nos alcanzó a nosotros (Fil. 3:12). Espero que usted tome su decisión lo antes posible porque no sabemos si habrá un mañana. Manténgase de parte de la justicia. Guarde los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Viva una vida como “Enoc que andaba en íntima comunión con Dios. Y un día desapareció, porque Dios se lo llevó” (Gén. 5:23-24, NTV). Viva a la altura de las Sagradas Escrituras. Demuestre respeto y reverencia por la sana doctrina. Todos sabemos que habrá un juicio (Rom. 2:1-16; Mat. 25:31-46; Apoc. 20:11-15). Usted y yo seremos juzgados por nuestros hechos. Porque Dios juzga a cada uno según sus hechos y sin parcialidad… deben mostrarle reverencia durante todo el tiempo que vivan en este mundo (1 Ped. 1:17, DHH). “Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros. El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho” (Apoc. 20:12-13, NTV). La norma de juicio será la Palabra de Dios, la Biblia (Jn. 12:48; Ecl. 12:13, 14; Rom. 2:13; San. 1:25).

Mi decisión está tomada. Yo quiero estar en ese pueblo fiel que guarda los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Quiero escuchar las palabras de Jesús_ “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.” (Mat. 25:23, RVR 1960). No importa lo que sufra en este mundo. No importa como me traten. Solo quiero dar fe “…que mi Redentor vive, y que triunfó sobre la muerte, y me declarará inocente. Que veré a Dios con mis propios ojos. Y estoy seguro que lo veré, ¡con ansias espero el momento!” (Job 19:25-27).

Mi decisión está tomada porque yo sé en quien he creído y “precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que Él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado (2 Tim. 1:12, DHH). No importa lo que pase. Mi decisión está tomada porque yo confío en el Señor. Confío en ti Señor porque “Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria” (Sal. 18:35, TLA). Yo confío en mi Dios porque “nuestros sufrimientos son pasajeros y pequeños en comparación con la gloria eterna y grandiosa a la que ellos nos conducen” (2 Cor. 4:17, PDT). No importa cuán fuerte sean las pruebas “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Rom. 8:28, RVR 1960).

Amigos, Jesús le dice a su iglesia, “No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que los dirija el Espíritu Santo. Manténganse en estado de alerta, y no se den por vencidos. En sus oraciones, pidan siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios” (Efe. 6:18, TLA). A ti personalmente te dice, “No te asustes por los sufrimientos que vienen”. “…sigue firme en tu fe, incluso si tienes que morir”. “Si no renuncias a tu fe, Yo te premiaré con la vida eterna(Apoc. 2:10, PDT).

Es mi deseo y oración que usted se mantenga de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos “Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia” (Salmos 46:2-3, RVC). Manténgase de parte de la justicia porque “El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y el honor” (Proverbios 21:21, RVR 1995).

Que el Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; El Señor alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz (Núm. 6: 24-26, RVR 1995)

¡Bendecidos!

Bibliografía
1.     Dios Habla Hoy (DHH), (Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996) (http://www.biblegateway.com)
2.     La Biblia de las Américas (LBLA), (Copyright 1986, 1995, 1997, by The Lockman Foundation) (http://www.biblegateway.com)
3.     Palabra de Dios para Todos (PDT), (2005, 2008, 2012. Centro Mundial de Traducción de La Biblia, 2005, 2008, 2012, World Bible Translation Center) (http://www.biblegateway.com)
4.     Traducción en Lenguaje Actual (TLA), (Copyright 2000,  by United Bible Societies) (http://www.biblegateway.com)
5.     Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH), (2005, by The Lockman Foundation, La Habra, California) (http://www.biblegateway.com)
6.     Nueva Traducción Viviente (NTV), (2010 by Tyndale House Foundation) (http://www.biblegateway.com)
7.     Reina- Valera Antigua (RVA), (by Public Domain) (http://www.biblegateway.com)
8.     Reina Valera Contemporánea (RVC), (Copyright, 2009, 2011, by Sociedades Bíblicas Unidas) (http://www.biblegateway.com)
9.     Reina–Valera 1960 (RVR, 1960), (Copyright 1960 by American Bible Society) (http://www.biblegateway.com)
10.   Reina–Valera 1995 (RVR, 1995), (Copyright 1995 by American Bible Society) (http://www.biblegateway.com)

11.   Nueva Versión Internacional (NVI), (La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, NVI, Copyright 1999, by Biblica, Inc. Used by permission. All rights reserved worldwide) (http://www.biblegateway.com)